Maestros del cómic: Vittorio Giardino

Maestros del cómic: Vittorio Giardino

Candido Romano Publicado el 4/22/2025

Maestros del cómic: Vittorio Giardino

Vittorio Giardino nació en Bolonia en 1946 y es considerado unánimemente un maestro del cómic, tanto en Italia como en el resto del mundo. Autor de obras con un estilo siempre elegante e inspirado en la llamada línea clara (del francés ligne claire), supo captar la esencia de esta forma de dibujar, llevándola más allá de los límites de la estética gráfica para convertirla en un lenguaje expresivo capaz de explorar temas complejos, políticos y humanos.

Ilustraciones tomadas de las obras de Vittorio Giardino. Todos los derechos reservados.

Desde Sam Pezzo hasta Max Fridman, ha creado historias inolvidables con personajes inmersos en situaciones en las que los acontecimientos históricos se entrelazan con los personales. Sin embargo, la suya es una carrera atípica: Giardino fue ingeniero durante muchos años antes de convertirse en uno de los grandes maestros del cómic contemporáneo. En su dilatada carrera también ha ganado varios premios, desde el Yellow Kid por Rapsodia Húngara hasta el Premio Harvey y el Alfred por Jonas Fink.

Exploremos la vida y obra de este extraordinario autor italiano.

De ingeniero a dibujante de cómics

La familia de Giardino no tenía vínculos con el mundo artístico, aunque encarnaba una cierta inclinación hacia la cultura y la educación. Tras terminar el bachillerato, el autor comenzó a estudiar ingeniería, pero su inclinación y pasión por el dibujo fueron evidentes desde temprana edad, incluso como lector.

De niño, Giardino devoraba los cómics de Disney, en concreto Mickey Mouse y el Pato Donald, y siempre vinculó sus influencias y su educación a los dibujantes de su juventud, en concreto Carl Barks y Floyd Gottfredson. A medida que se acercó a la edad adulta, pasó a la lectura de la revista Linus, a través de la cual entró en contacto con un cómic más adulto y culto.

Leyendo a Hugo Pratt, Guido Crepax, Philippe Druillet y Moebius, comprendió que con los cómics se pueden contar historias complejas para un público adulto. Más adelante, recibió la influencia de otros autores, como el historietista argentino José Muñoz y el francés Jacques Tardi.

Ilustraciones tomadas de las obras de Vittorio Giardino. Todos los derechos reservados.

Aunque su formación inicial no fue la de un artista, Giardino siempre tuvo una aptitud para la perfección y la precisión, cualidades que encontraron plena expresión en su estilo de dibujo. Después de graduarse en ingeniería electrónica, el autor trabajó en este campo durante varios años, pero su pasión por el dibujo no se desvaneció.

Por ello, en 1979, cuando ya tenía más de 30 años, casado y con dos hijas pequeñas, decidió dejar su trabajo y dedicarse por completo al cómic. Una decisión que definió en varias entrevistas como «un suicidio» y «tomada con total imprudencia», pese a tener una familia de origen que le habría ayudado en caso de problemas. El hecho de que la decisión fuera imprudente se debía a que Giardino en ese momento no tenía ningún conocimiento profesional del mundo del cómic.

A finales de los años setenta no existía Internet, pero existían emisoras de radio privadas: en 1978 conoció a Luigi Bernardi, intelectual, escritor y crítico, que editaba la sección Segnali di fumo (señales de humo) en una emisora de radio privada de Bolonia: fue él quien reveló a Giardino todos los detalles del aspecto profesional del cómic.

Ilustraciones tomadas de las obras de Vittorio Giardino. Todos los derechos reservados.

A pesar de su formación científica, Giardino consiguió adaptarse muy rápidamente al lenguaje del cómic, aprovechando al máximo sus habilidades técnicas para crear un estilo narrativo preciso y articulado. Su experiencia en ingeniería también le ayudó a desarrollar una visión de la composición de las planchas de cómic perfectamente estructurada y equilibrada, pero que siempre deja espacio para la expresión artística.

Primeras obras y Sam Pezzo

Vittorio Giardino comenzó su aventura en el mundo del cómic de forma completamente autodidacta: no asistió a escuelas de arte, todo surgió de su pasión desbordante (que él mismo llama «el vicio del dibujo»), una necesidad de comunicar a través de historias secuenciales.

Comenzó a publicar en algunos fanzines, las revistas independientes de la época, y debutó de lleno con su primer personaje en la revista Il Mago con Sam Pezzo, un cómic en blanco y negro que presenta a un clásico investigador privado en un entorno americano duro, con tonos narrativos irónicos y a veces amargos.

Ilustraciones tomadas de las obras de Vittorio Giardino. Todos los derechos reservados.

Los relatos de Sam Pezzo se publicaron en Il Mago hasta 1980, antes de pasar a la revista Orient Express de 1982 a 1983. La ciudad en la que se ambientan las aventuras de este detective no tiene nombre, pero hay claras referencias a Bolonia: ya con esta primera obra, Giardino mostró buenas ideas narrativas y un estilo inspirado en los clásicos de Raymond Chandler. El estilo es ciertamente más inmaduro que el de las obras más complejas que aborda en los años siguientes y hay un uso más masivo del negro para destacar las sombras.

Con el paso de los años, Sam Pezzo permitió al autor desarrollar su estilo, que se vuelve cada vez más elegante con un trazo más suave pero nunca estático.

Ilustraciones tomadas de las obras de Vittorio Giardino. Todos los derechos reservados.

La serie de Sam Pezzo es también un primer experimento en el uso del guion, que Giardino acompaña con una narrativa visual extremadamente fuerte. No es solo la calidad gráfica lo que destaca, sino también la capacidad de Giardino para construir historias que atrapan, mostrando una gran atención al detalle y una increíble habilidad para crear atmósferas.

Max Fridman y la maduración artística

Vittorio Giardino logró su consagración con Rapsodia húngara, el primer relato de Max Fridman, publicado en 1982 por entregas en Orient Express. Son los años en los que el concepto de «línea clara» fue definido por el dibujante Joost Swarte: un verdadero lenguaje gráfico que destaca por la limpieza y precisión del trazo. Desarrollado originalmente por autores como Hergé con el personaje de Tintín y por Hermann, Juillard y Pellerin, este estilo es utilizado por Giardino con gran maestría, añadiendo su propio toque personal. La línea clara de Giardino nunca es rígida; más bien evoluciona hasta convertirse en un rasgo persuasivo que, si bien mantiene una estructura fuerte, se adapta naturalmente a la narración.

Ilustraciones tomadas de las obras de Vittorio Giardino. Todos los derechos reservados.

Su personaje, Max Fridman, es un ex agente secreto que trabaja para «la Firma» y un experto en desastres internacionales. Debido a un chantaje, se ve obligado a volver a entrar en el «gran juego» de los espías. Se trata pues de una historia de espías con sabor internacional, donde la introspección de los personajes adquiere un papel central. Como siempre ocurre en los relatos de Giardino, el protagonista deberá enfrentarse a sus creencias ideológicas, a su destino y a la abrumadora historia de la humanidad.

Las batallas políticas se entrelazan con los acontecimientos personales y Giardino consigue transmitir la sensación de desilusión, de lucha por la justicia y de búsqueda de un ideal que parece cada vez más inalcanzable. Su capacidad para mezclar lo personal con lo político hace de Max Fridman una de sus obras más maduras, un cómic que no se limita solo a contar una historia, sino que invita al lector a reflexionar sobre temas de gran relevancia social.

Ilustraciones tomadas de las obras de Vittorio Giardino. Todos los derechos reservados.

El dibujo es de línea clara, realista y con sabor retro, un estilo que en general resume toda la producción del autor. La disposición de las planchas de cómic es de estilo francés: con viñetas cuadradas o rectangulares y sin dibujos fuera del marco, que con publicaciones posteriores se van haciendo cada vez más complejas. La inserción de detalles se hace más significativa y su aproximación a las sombras, a la luz y al color se vuelve cada vez más sofisticada, pero también la investigación compositiva de las planchas y la dirección: Giardino se convierte en un maestro en contar historias apasionantes, coherentes y con dibujos magníficamente detallados.

La historia editorial de Max Fridman continúa con los libros La puerta de Oriente en 1986 y la serie ¡No pasarán! vol. I (2000), ¡No pasarán! vol. II (2002) y ¡No pasarán! vol. III (2008), que explora temas importantes como el nazismo, la guerra civil española y el estalinismo.

Jonas Fink, su obra maestra

Con el éxito de Max Fridman, tanto en Italia como en Francia, Vittorio Giardino se convierte en un auténtico punto de referencia del cómic adulto, realista y con historias que dejan huella.

Intentó variar su obra, lanzándose también al cómic erótico con Little Ego (una referencia a Little Nemo de Winsor McCay) y con relatos publicados en las revistas Corto Maltese e Il Grifo, como La tercera verdad. También publicó varios relatos en revistas y periódicos como La Repubblica y L’Espresso, e ilustraciones para revistas de moda, pero la que se considera su obra maestra llegó en 1991: Jonas Fink.

 

Ilustraciones tomadas de las obras de Vittorio Giardino. Todos los derechos reservados.

La historia editorial de Jonas Fink abarca más de 25 años: es uno de los personajes más queridos de Giardino, creado después de la caída del Muro de Berlín. La historia se compone de tres capítulos (cuatro publicados en español). El primero, La infancia, fue publicado en la revista  Il Grifo, dirigida por Vincenzo Mollica, de 1991 a 1994 y luego publicado como libro en 1997. El segundo capítulo, La adolescencia, fue publicado en 1998. Giardino concluyó la historia después de 20 años, publicando la tercera y última parte, La juventud y El librero de Praga.

La historia en los cuatro libros es muy amplia y abarca el período de 1950 a 1990: el protagonista es Jonas Fink, un niño de Praga de origen judío que presencia el arresto de su padre durante las purgas antiburguesas del régimen socialista. El autor parte de la necesidad de contar cómo los grandes acontecimientos de la historia influyen en la vida de las personas. En Jonas Fink, el autor aborda temas complejos como el holocausto y el totalitarismo soviético, pero lo hace a través de una narrativa íntima, centrada en la figura de Jonas.

Ilustraciones tomadas de las obras de Vittorio Giardino. Todos los derechos reservados.

El estilo de Giardino en Jonas Fink se vuelve aún más refinado y sugerente. Las planchas de cómic, siempre impecablemente construidas, se convierten en una herramienta para expresar tensión y miedo, pero también esperanza. La serie está impregnada de una atmósfera de melancolía, que se mezcla con el dramatismo de los acontecimientos históricos narrados.

El legado de Vittorio Giardino

Vittorio Giardino sigue muy activo en el mundo del cómic. Con sus obras ha demostrado que el cómic puede ser un lenguaje poderoso, capaz de abordar temas históricos, sociales y psicológicos con una profundidad raramente encontrada en otros medios. Su capacidad para contar historias complejas, con personajes multifacéticos y temas universales, ha influido en generaciones enteras de dibujantes de cómics y sin duda seguirá haciéndolo en el futuro.

Su legado no es solo visual, sino también cultural: su aproximación al cómic ha elevado el medio, llevándolo más allá del ámbito del puro entretenimiento para convertirlo en una herramienta de reflexión y de investigación histórica y social: es literatura ilustrada.