Tiene solo 26 años, pero ya lleva nueve tatuando. Y es que cuando de adolescente entró por primera en un estudio de tatuaje, en su Brasil natal, Emerson Ventura supo de inmediato que ese iba a convertirse en su modus vivendi. Así que a partir de entonces, y habiendo practicado ya el grafiti, empezó a dibujar compulsivamente hasta que, a los 17, le tatuó la palabra ‘vegan’ a un amigo, que se prestó para hacer de conejillo de indias. “Me temblaba el pulso”, recuerda.
En la actualidad, Emerson trabaja en el prestigioso estudio Family Art Tattoo, en Barcelona, en el que realiza impresionantes tatuajes caracterizados por la influencia de la pintura tibetana. Tatuarse no es un acto baladí, puesto que los símbolos, dibujos y letras en la piel rememoran, para siempre, una persona -quizás un familiar, un amigo- o bien un momento que ha tenido un profundo impacto para los que los llevan.
Por lo que se refiere a las letras, no solo es importante pensar la palabra o el mensaje, sino que cada vez se cuida más la estética tipográfica. Ya sea oriental, gótica, árabe, caligráfica, geométricas, con formas o números romanos, el caso es que la forma, el grosor, el tamaño o el color son aspectos relevantes a tener en cuenta a la hora de hacerse un tatuaje y que pueden convertir el texto sobre la piel en una auténtica obra de arte.
Internet, cómo no, puede ser una gran fuente de inspiración cuando se trata de elegir tipografía para un tatuaje. Existen páginas web, como Dafont o Conversordeletras, en las que el usuario puede bucear entre miles de tipografías que aparecen clasificadas por estilos. Una vez seleccionada, puede probar a escribir la palabra o frase que se quiere tatuar, seleccionando también el tamaño, para hacerse una idea de cómo quedaría. Estas son de uso gratuito, pero si se quiere contribuir al trabajo de los diseñadores gráficos, en páginas como MyFont se pueden descargar fuentes a partir de un precio bastante económico y en 1001 Free Fonts hacer una donación. Una tercera opción sería recurrir a un diseñador de letterings para tattos, aunque en realidad cualquier tipografía es apta para tatuar siempre que respete unas mínimas normas estéticas.
Acudir a un estudio de tattoos con la tipografía escogida sería un paso previo, pero sin duda quien mejor nos puede aconsejar en una segunda fase sería el propio tatuador. “Yo siempre propongo mi letra escrita porque me gustan las letras a mano, pero hay gente que viene con una fuente específica en mente. Me piden letra de máquina de escribir o copiar la letra de un familiar, por ejemplo, y entonces me adapto siempre y cuando tenga una coherencia estética”, explica Emerson. La suya es de estilo clásico, en cursiva, que es precisamente la más demandada hoy en día, como nos comenta. En cualquier caso, recomienda respetar un tamaño mínimo porque, de lo contrario, el tatuaje puede acabar convirtiéndose en una gran mancha con el paso del tiempo. Y, ¡atención!, no hacer faltas de ortografía, que quedarían el el cuerpo para siempre.
Una vez consensuadas la tipografía y la zona del cuerpo que se va a tatuar, es hora de imprimir el dibujo, retocado por ordenador, para traspasar el diseño a la piel introduciendo los pigmentos. A pesar de los avances -la máquina con la que se tatúa es ahora muy precisa y los materiales son de mejor calidad-, dibujar letras sobre un lienzo que en este caso sería el órgano más extenso del cuerpo humano “parece sencillo, pero no lo es, porque al ser una línea requiere mucha técnica para que salga perfecta”. Hay que manejar una herramienta que vibra, calcular los milímetros exactos, tener destreza para que no se haga un charco con la tinta. “Son muchas cosas que hay que gestionar al mismo tiempo. Yo lo comparo con conducir, que al principio es un estrés pero luego se vuelve algo más mecánico”, afirma el tatuador brasileño.
Mecánico o no, lo cierto es que, observando el resultado, no podemos más que asombrarnos por la destreza de los tatuadores a la hora de plasmar palabras y mensajes que perdurarán para siempre como si de pequeñas obras de arte se tratara.