Dice su hermano Marc que, desde que era muy pequeña, a Anna siempre le ha gustado pintar y escribir como forma de expresión. “Para Reyes, siempre pedía colores, rotuladores, hojas en blanco”. Poco podía entonces imaginar la familia que, años más tarde, su vena artística la llevaría a diseñar su propia tipografía, muy probablemente la primera en el mundo creada por una persona con síndrome de Down.
Todo empezó en 2011, después de que Anna Vives tuviera una muy mala primera experiencia laboral. Estaba empleada en un supermercado, en el que se encargaba meramente de recoger los carritos que la gente dejaba en la entrada principal. La sensación de no sentirse útil, además de que no tenía contacto con compañeros de trabajo, la sumió en la tristeza, por eso, al acabar el contrato, no quiso continuar.
Tras cinco meses encerrada en casa, Marc la llevó a la Fundación Itinerarium, que él dirige en Barcelona, “sin tener ni idea de qué podría hacer”. Al final pensaron que, como no sabía escribir en el ordenador, quizás fuera buena idea que aprendiera mecanografía. “El primer día hizo 450 errores, y le dije: ‘Cuando hagas 0, te invito a un restaurante’”, nos cuenta. Ese día llegó, un año más tarde, y Anna dejó a su hermano mayor un post-it en su mesa de trabajo: “Marc. 0 errores. Restaurante”.
Lo que pasó durante ese periodo de tiempo es que Anna, ayudada por un trabajador de la fundación, se sumergió de pleno en el universo de las letras. Cada día, pegaba en una libreta las que encontraba en diarios y revistas. Juntos salían a la calle para observar tipografías de su entorno, como por ejemplo restaurantes, y también formaban letras con palos en el suelo. Poco a poco, Anna fue entendiendo qué era la A, la B, la C… hasta que, una vez finalizado el proceso de investigación, fue creando su propio sistema de escritura. En 2012, se procedió a su digitalización.
El resultado de todo ese esfuerzo -pero, a la vez, un proceso de enriquecimiento mayúsculo- fue la tipografía que lleva el nombre de esta chica con síndrome de Down, que está compuesta por 126 caracteres correspondientes al alfabeto latino, signos de puntuación, acentos y algunos caracteres especiales. La grafía, que es muy particular porque mezcla mayúsculas y minúsculas indistintamente, está disponible para cualquier tipo de ordenador y se puede descargar de forma gratuita para uso particular.
Desde que viera la luz, la tipografía de Anna se ha utilizado en un gran número de proyectos, a cual más sorprendente. La lució el FC Barcelona en las camisetas de su primer equipo durante el Trofeo Joan Gamper de 2013, y también la han vestido clubes internacionales como el River Plate. Ese mismo 2013, Anna salió en los periódicos subida en brazos de Jorge Lorenzo en el podio del Gran Premio de Cataluña. No solo deportistas han contribuido a difundir la tipografía -Mireia Belmonte, Pau Gasol, Kilian Jornet, Gemma Mengual-, sino también restaurantes como el Sant Pau, de Carme Ruscalleda, o empresas como Geox, que en tres ocasiones ha creado una colección de zapatillas inspiradas en sus diseños.
Su historia también se ha convertido en un libro, ‘Si crees en mí, te sorprenderé’, y se ha colado hasta en el mismísimo Vaticano. En efecto, el pasado julio, Anna tuvo Audiencia con el Papa y le entregó una de las últimas camisetas que vistió el ahora exjugador del FC Barcelona Andrés Iniesta.
El objetivo final de la tipografía es potenciar la igualdad social y la importancia del trabajo en equipo “sumando capacidades”, el lema principal de la Fundación Itinerarium. Desde su origen en 2007, esta entidad promueve la inclusión y la igualdad de oportunidades de personas con necesidades especiales a través del trabajo colaborativo y la innovación pedagógica. El de Anna es uno de los 21 proyectos que actualmente tiene en marcha, entre los que también destacan los robots con material reciclado de Joan, un chico con ataxia, o ‘La empresa más loca del mundo’, una serie en Youtube.