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Cuando, en marzo de 2020, los Gobiernos de medio mundo decretaron el confinamiento domiciliario para contener el contagio de un virus hasta entonces desconocido, el SARS-CoV-2, los estantes de los supermercados se vaciaron a la velocidad del rayo. Para que se hagan una idea, la venta de papel higiénico aumentó hasta un 700%, por ejemplo. La “compra por pánico” no fue el único cambio en nuestros hábitos de consumo. La seguridad y la higiene se convirtieron en una máxima, y eso hizo que compráramos todo, preferentemente, plastificado o en formato individual, a pesar de que, a día de hoy, todavía no hay evidencia de que el coronavirus se transmita a través de los envases. Por no hablar del aumento sin precedentes del comercio electrónico.
La crisis de la Covid-19, en definitiva, ha comportado cambios a nivel global en todos los sectores, y el packaging no podía escapar a esta tendencia. Estos son los aspectos más relevantes:
1.La sostenibilidad, en pausa
Antes de la pandemia, los modelos de reutilización y de economía circular habían empezado a coger fuerza en la industria del embalaje. El plástico, sin embargo, ha vuelto a ser el protagonista porque aporta un valor como factor de seguridad y protección. Además, permite alargar la vida útil de productos alimentarios y farmacéuticos, lo cual ha resultado muy útil a la hora de hacer acopio de recursos en situaciones de confinamiento.
Eso no quiere decir que a los consumidores no les preocupe la sostenibilidad. Al contrario: según un estudio de DS Smith en colaboración con Ipsos Mori, al 85% de los europeos les gustaría comprar productos que usen el menor packaging posible para ser respetuosos con el medio ambiente. Es más, el 64% de los encuestados afirma que estaría dispuesto a dejar de comprar en determinadas tiendas si eso significa reducir el uso de embalaje en sus compras.
Así pues, el reto más importante para la industria del packaging es encontrar un equilibrio entre la necesidad de desarrollar nuevos materiales alternativos al plástico para alcanzar una reducción de costes y del impacto ambiental, pero sin disminuir el nivel de seguridad, la calidad y las funcionalidades ofrecidas hasta ahora.
2.El comercio electrónico se dispara
El comercio electrónico ya era una tendencia al alza antes de la crisis ocasionada por el coronavirus, pero las medidas impuestas por Gobiernos de todo el mundo para que la población se quedara en casa hicieron que se disparara (un 27% de promedio mundial, según un informe de la empresa de investigación de mercado eMarketer). Además, muchos minoristas se vieron obligados a cerrar sus tiendas físicas y habilitaron por primera vez páginas web o canales de distribución online para poder seguir vendiendo sus productos.
El comercio electrónico implica, por una parte, la necesidad de fabricar embalajes apropiados para prevenir daños del producto a un ritmo acelerado. Pero, por otra, es una gran oportunidad para impulsar acciones de marketing que tengan en cuenta el envase como parte de la experiencia de compra, ya que los clientes, en muchas ocasiones, no pueden ver el producto final hasta que no lo reciben.
3.El packaging alimentario se reinventa
En los últimos meses, también hemos asistido a un repunte en la demanda de alimentos y bebidas online, ya sea a través de la compra en el supermercado o bien de pedidos de comida a domicilio. Esto se ha traducido también en un cambio en las preferencias del consumidor, que busca alimentos fáciles de preparar, como los horneables, y platos listos para consumir o para llevar.
También hay una tendencia al ‘realfooding’, esto es, una alimentación que evita los ultraprocesados, en la que el propio producto se convierte en protagonista. De ahí la importancia de innovar en materiales inteligentes que puedan ser sometidos a procesos térmicos y también en envases transparentes que dejen ver el contenido.
4.Mayor variedad de tamaños y formatos
Antes de la crisis sanitaria, los consumidores ya venían demandando envases más pequeños, adaptados a los nuevas tipologías de familia y también de hábitos, como por ejemplo el mayor consumo fuera del hogar. Debido a la creciente preocupación por no compartir productos para evitar un posible contagio, los envases de un solo uso, considerados hasta hace poco un despilfarro, tienen ahora un valor añadido.
Esta situación ha llegado en un momento en el que muchos países estaban precisamente regulando, o directamente prohibiendo, el uso de plásticos, como por ejemplo en bolsas y en pajitas para beber. Así que la industria del packaging se enfrenta, también en este aspecto, al desafío de diseñar una mayor variedad de tamaños y formatos adaptados a los nuevos hábitos de consumo, pero teniendo en cuenta también la sostenibilidad.
En definitiva, la pandemia del coronavirus ha comportado nuevas tendencias en packaging y solo las empresas que sepan adaptarse a corto plazo podrán sobrevivir e incluso salir reforzadas de la crisis.