Gianluigi Colin es todo un experto en la relación entre arte y medios de comunicación, entre realidad tipográfica y memoria colectiva. Director artístico del periódico italiano Corriere della Sera, editor de portada del suplemento cultural La Lettura y artista, Colin ha dedicado gran parte de sus obras al mundo de la información y a la relación que une las palabras e imágenes difundidas por los periódicos a la forma en la que el hombre percibe el universo que lo rodea.
La suya es una forma de «arqueología artística» que tiene por objeto indagar sobre algunos aspectos de la realidad a través del filtro de la crónica periodística; al mismo tiempo, las páginas de los periódicos son la materia prima con la que crea un lenguaje nuevo y muy personal formado por recortes de artículos y fotografías, a veces arrugados y combinados con otros periódicos u objetos de uso cotidiano.
«Mi trabajo artístico también toca el mundo de la información, pero, sobre todo, habla de la sedimentación de lo que vemos, del tiempo, de la memoria… y tiene la función de ayudar a reflexionar sobre nuestro presente. Trabajo con el mismo espíritu que un arqueólogo que extrae y conserva señales, palabras e imágenes que, de lo contrario, quedarían en el olvido».
Gianluigi Colin
En la última exposición que finalizó hace poco en la Trienal de Milán —«Sudari»—, Colin expuso por primera vez dieciséis cuadros abstractos, realizados con telas de poliéster que se usaron para limpiar las rotativas de los periódicos. Sus «rotalienzos» son obras compuestas por sedimentos cromáticos que varían del gris al verde y al azul, y rayas repetidas que parecen simbolizar la energía residual de las noticias borradas de las máquinas y de los propios recuerdos del hombre.
Hace alusión al sistema de información contemporáneo, que crea incesantemente una multitud de noticias, dirigiéndose a un público ya acostumbrado al caos informativo. El resultado es un proceso de aprendizaje que asimila los hechos presentados por los medios de comunicación a un ritmo frenético y, con la misma rapidez, los olvida.
A diferencia de otras obras anteriores, en este recorrido insólito a caballo entre arte tipográfico y arte abstracto, Colin deja intactas las telas que opta por transformar en telas pictóricas, valorizando su valor narrativo intrínseco. Estas obras ya creadas conservan la huella difuminada de la tinta tipográfica, el vago recuerdo de los artículos que borraron, como rastros impresos en la memoria.
«En estas telas reconozco las infinitas historias de una humanidad invisible. Una memoria suspendida en un tiempo que se renueva todos los días: rostros de mujeres y hombres, crónicas de vidas dolorosas superpuestas a frágiles historias de felicidad. Pero aquí el presente repentinamente se disuelve: se vuelve sustancia sin forma, estratificación de colores, pura abstracción».
Gianluigi Colin
El punto de vista privilegiado del que parte la narrativa es el del periodista, testigo diario de lo que podemos llamar una «doble génesis»: la del mundo, que se vuelve inteligible al hombre solo a través de la concatenación de acontecimientos históricos, y la de la realidad mediada por los medios de información, que influye en la identidad de las naciones y las experiencias vitales de cada individuo.
Desde este punto de vista, los lienzos de Colin actúan como reducciones dobles de estos dos universos y son testigos de la caducidad de la noticia, del hecho histórico y de la memoria privada y colectiva. Frente a la desmaterialización del hecho real, se lleva al público a reflexionar sobre la función del periodismo, sobre los procesos cognitivos que caracterizan nuestra época y sobre el valor casi catártico del olvido.
«Los sudarios de Colin ofrecen una imagen concluyente de disolución elocuente de ansias, tratamientos, ambiciones, delitos, esperanzas, aventuras, dramas, sueños y mentiras de cada día, que transcurre de manera irreversible».
Bruno Corà, coordinador de la exposición «Sudari».
La mitología de los periódicos es un tema central en otros trabajos de Gianluigi Colin, al que le encanta observar la realidad a través del flujo de las palabras y de las imágenes periodísticas. En algunos de estos, el artista yuxtapone fotografías de periódicos a temas artísticos famosos, sugiriendo la eterna mezcla entre mito y realidad y la conexión entre el imaginario cultural y la representación periodística. Este es el caso de obras como La balsa de la Medusa (1819) combinada con una fotografía de inmigrantes en Lampedusa (Italia), o la del Cristo muerto de Mantegna que se refleja sobre el cuerpo sin vida del Che Guevara.
En otras ocasiones, el artista da vida a instalaciones que interrogan al público acerca del efecto alienante del crecimiento exponencial de la información sobre el hombre, que está cada vez más conectado al universo virtual pero menos involucrado en las relaciones reales. En la exposición «Caos aparente» de 2013, doscientos cincuenta bloques de periódicos prensados y pegados entre sí yacen abandonados en el suelo, como restos que han sobrevivido a la tempestad de información que nos «embiste» cada día. En otra sala, las cuatro paredes están completamente cubiertas por tres mil impresiones fotográficas sacadas del archivo del Corriere della Sera, yuxtapuestas de forma casual para sugerir la desorientación y la dificultad interpretativa provocadas por el exceso de noticias.
La constante búsqueda de nuevos modelos expresivos por parte de Gianluigi Colin nos recuerda que este artista contemporáneo es capaz de inventar historias inéditas y fascinantes apartir de objetos de uso cotidiano, gracias a su capacidad de darles significados inéditos y sugestivos.