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A la representación geográfica de la Tierra, o de una parte de ella, sobre una superficie plana se la denomina mapa. Un mapa sirve para dar a conocer un territorio, ubicar los objetos o facilitar la construcción de grandes infraestructuras, por ejemplo. También puede indicar la altitud sobre el nivel del mar mediante curvas de nivel. Más allá de su aportación documental, los mapas antiguos son una auténtica oda a la belleza. Y cuando se combinan con el arte, el resultado pasa a ser de otro nivel.
Ed Fairburn es un artista de Southampton (Reino Unido) que utiliza mapas de carreteras de épocas pasadas y cartas estelares como lienzos para crear otras formas, generalmente retratos. A este proceso lo llama “topopuntillismo”, un término inventado que significa “topografía” cruzada con “puntillismo”, un técnica pictórica que consiste en trazar pequeñas pinceladas o puntos que, al ser vistos desde una cierta distancia, componen figuras y paisajes bien definidos por un efecto óptico de unión del color.
Así, sus obras forman patrones abstractos cuando se examinan de cerca, que se convierten en un rostro humano a medida que el espectador se aleja de ellas. El artista sombrea carreteras, callejones, ríos y montañas para que se parezcan a los contornos de la cara, fusionando de una manera increíble la humanidad con el paisaje.
Los inicios de un proyecto a largo plazo
Ed Fairburn se especializó en ilustración en la Escuela de Arte y Diseño de Cardiff y, al finalizar su formación, en 2012, alquiló un estudio cerca de casa para familiarizarse con el mundo real. Aficionado a coleccionar objetos efímeros y otras rarezas, una tarde, durante el trayecto, compró un mapa en una tienda de segunda mano sin estar muy seguro de qué hacer con él.
“Unos días después, mientras trabajaba en mis pinturas y dibujos habituales basados en retratos, me acerqué al mapa preguntándome «¿qué pasaría si creo un conjunto de reglas para dibujar sobre este mapa?»”, explica en su página web. Y ese fue el comienzo de lo que se ha convertido en un proyecto a largo plazo que ha definido por completo el estilo del artista.
Proceso de creación y materiales empleados
Antes de empezar a dibujar, Ed Fairburn hace un estudio exhaustivo del mapa para encontrar similitudes, patrones o “anclas”, como él las denomina, con la figura de un rostro, que puede llegar a durar horas. Posteriormente, realiza cambios graduales en los contornos, caminos y otros patrones que se encuentran en la cartografía para ir descubriendo la figura humana de manera sutil. El objetivo final es que el mapa se comporte como un retrato cuando se ve desde más lejos. En general, el proceso de creación puede llevar en total entre dos días y dos meses, aunque tiene algunos mapas en su estudio en los que ha trabajado durante años.
En cuanto a los materiales, el artista se adapta en función de la superficie del mapa, que puede ser de papel, de tela o incluso de plástico, delgada o con una textura más rugosa. Utiliza herramientas como lápices, bolígrafos roller, plumas estilográficas, pinceles finos para modelar combinados con una variedad de tintas, acrílicos y acuarelas, y también plumillas de inmersión, las cuales colecciona. Las más antiguas que tiene son de finales del siglo XIX, pero la mayoría son de la década de 1920 y 1930.
Por descontado, el maestro del “topopuntillismo” también posee una inmensa colección de mapas -más de los que necesitará, según ha explicado en algunas entrevistas-, que ha recopilado a lo largo de los años en tiendas de segunda mano, librerías antiguas y páginas web. Para algunos encargos, busca mapas de ubicaciones específicas.
Exploración de la identidad
La obra de Ed Fairburn explora temas de identidad, memoria y pertenencia a un lugar. El mapa es una especie de metáfora visual del viaje del sujeto, mientras que los dibujos de los rostros aportan la parte de humanidad e intimidad. Sus retratos cartográficos se han expuesto en galerías y museos de todo el mundo y también puede adquirirse a través de su página web y otras tiendas online.