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Hoy comenzamos un viaje por etapas a través del mundo de la ilustración italiana.
Un mundo tan variado como creativo y lleno de posibilidades, y que, en las últimas décadas, ha crecido y se ha desarrollado con mucha fuerza y pasión.
Las tendencias de la comunicación visual han cambiado muchísimo y de forma gradual durante los últimos veinte años, aunque el público en general puede que no lo haya notado. El cambio ha dado pie a nuevas profesiones creativas y ha hecho que otras que ya existían, como la del ilustrador, ganen en importancia y en complejidad.
Las imágenes actuales están cada vez más orientadas a la creación de realidades paralelas: del realismo didáctico de un cierto tipo de fotografía, se ha pasado a un hiperrealismo, a veces exagerado y caricaturizado, que ha desdibujado los límites de la ficción, confundiéndolos (son totalmente inapreciables en los deep fake y casi irreconocibles en las películas de acción real y en los efectos especiales) y haciendo que el concepto del retoque fotográfico esté en boca de todos, tanto como para haber acuñado un neologismo tan feo como photoshopear, utilizando el modelado 3D para dar vida a criaturas y paisajes fantásticos de forma totalmente realista. La tendencia opuesta ha sido la de buscar visiones surrealistas, imaginativas, conceptuales y simbólicas, lo que ha llevado a utilizar enfoques distintos en fotografía y que no necesitan el citado Photoshop para crear efectos extraños. En esta búsqueda de realidades alternativas, ha emergido con fuerza la ilustración. Por un lado, revaluando por medio de la fantasía todo el arte conceptual e incluso llevándola al mundo del cómic, y, por otro lado, impulsando la experimentación gráfica y la creación de nuevos imágenes, formas y colores para dar vida a visiones alternativas cada vez más estructuradas y apreciadas por el público.
El uso masivo de los medios digitales, incluso por parte de aquellos que trabajan de forma analógica, ha hecho que todas estas imágenes, ya sean fotos o ilustraciones, sean cada vez más funcionales con respecto al concepto gráfico del medio en el que se incluyen, convirtiendo a fotógrafos e ilustradores en verdaderos diseñadores.
Estas tendencias han llevado a que el lenguaje de la ilustración en Italia se confirme como un instrumento de comunicación versátil, colorido e innovador, extendiéndose lentamente incluso en aquellos espacios de comunicación más populares, horteras y mal diseñados.
Un punto de inflexión podría ser la revista «IL – Intelligence in lifestyle», un suplemento masculino de Il Sole 24 Ore, que, en 2010, ya abrió el camino a la ilustración al son de premios internacionales y reconocimientos a su deus ex machina, el director de arte Francesco Franchi (que tras muchos años en el Sole, ahora es el responsable de la presentación gráfica de La Repubblica y de muchos productos editoriales del grupo Gedi). En esta revista se mezclan lenguajes y se hace un cross-over continuo entre diseño, ilustraciones y fotos, generando un lenguaje infográfico que ha creado escuela: todos los elementos del proyecto general de la revista y su concepto son funcionales. Está claro que las imágenes rápidamente editables como las ilustraciones se impusieron a la fotografía hasta que los fotógrafos no se convencieron de que ellos también tenían que trabajar de una forma más «gráfica», ya sea en el momento del disparo de la foto como en el de la posproducción.
Durante el mismo periodo, Wired propuso una nueva forma de usar la ilustración, mezclándola, como hace Franchi, con el diseño y la visualización de datos. Estas revistas, junto a los periódicos nacionales, le dieron un aire nuevo al sector, creando una especie de laboratorio de jóvenes ilustradores que han marcado nuevas tendencias, a veces incluso bastante originales en comparación con las tendencias internacionales.
En este contexto de cambio, la ilustración italiana ha experimentado una especie de renacimiento: a los nombres de los ilustradores ya consagrados internacionalmente como Emiliano Ponzi, Alessandro Gottardo «Shout», Beppe Giacobbe, Guido Scarabottolo, Valeria Petrone y Olimpia Zagnoli (y me disculpo si me dejo a alguien), se han unido muchísimos otros que han dotado de un marcado estilo italiano a revistas y periódicos de todo el mundo, algo que antes era un privilegio exclusivo de los profesionales estadounidenses e ingleses, a los que se unieron algunos excelentes artistas japoneses, españoles, franceses, alemanes y sí, italianos.
El renacimiento de la ilustración italiana: ¿por qué ha ocurrido?
En el ya lejano 2013 –y siento caer en esta costumbre tan fea de autocitarme, pero, en este caso, es bastante útil– escribí un documento llamado «Illustración, la imaginación como profesión», en el que profetizaba el nacimiento de un nuevo tipo de «ilustrador híbrido» que «ya no tendrá miedo de enfrentarse al mercado, de comunicarse directamente con los clientes, de hablar con su propio público, de usar la tecnología, de diseñar sus propios productos y de gestionar su propia cartera». Y además, añadía: «Porque el objetivo de la ilustración es el de llegar al máximo número de personas posibles, utilizando todos los medios que hagan falta para lograrlo».
En estos últimos años, el mundo de la comunicación ha cambiado mucho: el cambio más evidente es el relacionado con la tecnología, ya sea por el uso de herramientas digitales para crear imágenes como para difundirlas en la web o en los distintos dispositivos. Con este nuevo escenario, por ejemplo, la ilustración en movimiento ya está jugando un papel muy importante, en vista de que consigue captar más la atención del lector.
Se han ido redefiniendo una estética y un enfoque nuevos para una profesión antigua. Ha cambiado la relación entre imágenes y contexto, un espacio en el que el ilustrador se ha convertido en la figura más capaz a la hora de diseñar teniendo en mente el proyecto gráfico.
Ser ilustrador era una profesión compleja, reservada exclusivamente a aquellos que habían desarrollado ciertas habilidades técnicas, dotes de dibujo y calidad pictórica, una cierta capacidad para representar metáforas o para crear imágenes que fuesen particularmente «bonitas» e interesantes. Ahora muchos deciden intentar hacerse ilustradores gracias a que existen muchísimos más cursos y escuelas, y a que es mucho más fácil obtener resultados con las nuevas tecnologías, sobre todo si hablamos de dibujo digital.
Ser ilustrador se ha puesto de moda. Es una profesión muy codiciada y que se percibe como un trabajo mucho más creativo que el del diseñador gráfico, sobre todo porque el ilustrador puede reafirmar su propia individualidad, cosa que en el mundo del diseño gráfico no se ha hecho nunca, al estar más centrado en el proyecto y basado en una idea de invisibilidad del autor.
El público apreció mucho este auge de la ilustración. Además, muchos se convirtieron en clientes, por lo que los contextos de uso de la ilustración se han multiplicado.
Afrontamos esta nueva década con muchos ilustradores de 30 y 40 años que ya cuentan con reconocimiento a nivel internacional y que son capaces de trabajar de forma muy versátil y de adaptarse al sinfín de posibilidades que ofrece la comunicación visual moderna.
Escuelas, exposiciones y eventos para ilustradores: una aportación al crecimiento de la profesión
Durante los últimos veinte años, se han creado muchas escuelas que han ayudado a «producir» ilustradores competentes y con obras de gran calidad (aunque, durante años, se han repetido los estilos más populares, lo que ha llevado a una presencia cada vez mayor de clones estériles, en detrimento de la variedad y de la innovación). Voy a enumerar (no en orden de importancia) algunas de las escuelas para ayudar a aquellos que tengan ganas de hacerse ilustrador: el IED, en sus distintas formas, fue una de las escuelas precursoras de la época en Italia; el ISIA, especialmente en su sede de Urbino, cuenta con grandes docentes y ha formado a ilustradores fantásticos; en Milán, una de las instituciones formativas que cada vez cuenta con mayor relevancia es MiMaster, que reúne a jóvenes y a grandes nombres de la ilustración mundial; algunas academias también han invertido en esta profesión y, aunque de forma marginal, siempre ha habido interés por la ilustración en las escuelas de cómics y de diseño gráfico que hay repartidas por Italia y que trabajan mucho por todo el país. No podemos dejarnos el incesante trabajo que se hace en la ilustración para niños y que, en Italia, gracias a la Feria del Libro para niños de Bolonia, es decir, el evento más importante del mundo del sector, ha generado un movimiento de ideas y de artistas de la máxima calidad, y que han pasado por los talleres de Sàrmede, por la escuela de Macerata, por la Officina Bertani de Roma y por los miles de talles provinciales que suelen estar organizados por asociaciones que llevan muchísimos años difundiendo la ilustración y que sería imposible enumerar.
Como muestra del gran interés que genera este tipo de imágenes, los medios impresos en papel, es decir, periódicos y revistas, cada vez utilizan más y mejor la ilustración. Sirven de ejemplo el número especial de Vogue Italia, compuesto por dibujos e ilustraciones en vez de fotos, o la serie de portadas de Domus creadas por Lorenzo Mattotti. Nos encontramos la misma tendencia en el mundo editorial, en el que, además del uso de ilustraciones para las portadas, ha crecido el número de libros con dibujos y de libros ilustrados (y no solo dirigidos a niños, sino que están cada vez más pensados para los adultos).
Incluso en los medios más tradicionales se utilizan, de vez en cuando, imágenes creadas por ilustradores, aunque es cierto que de forma esporádica y no comparable al uso masivo que se hizo de ellas hasta los años 80. Un ejemplo casi revolucionario son los carteles para el Festival de Sanremo 2013 y 2014, encargados por Fabio Fazio a dos artistas muy conocidos y valorados en todo el mundo como Emiliano Ponzi y Lorenzo Mattotti.
Se han multiplicado las exposiciones y festivales de ilustración que se realizan en toda Italia, como el Tapirulan de Cremona, el Illustri de Vicenza, el Ratatà de Macerata, el Inchiostro de Alessandria, el Gomma e Paw Che Go de Milán, el UAU de Bérgamo, entre otros muchos. Además, se ha mezclado con el mundo del cómic, sobre todo en el Bilbolbul de Bolonia, pero ganándose su propio espacio en otros eventos y en el arte callejero como los de Subsidenza en Ravenna, Viavai en Salento, Memorie Urbane en Campania, Outdoor en Roma y ALT!rove en Catanzaro, por citar solo algunos de los más importantes.
Además, se difunde cada vez más la ilustración italiana en todas sus tendencias a través de la web, sobre todo gracias al trabajo de revistas como Frizzifrizzi, Picame y Osso. Incluso ya hay una revista (también impresa) dedicada por completo a este mundo: ILIT, Illustratore Italiano.
Este resurgimiento de imágenes coloridas y evocadoras también tiene sus lados oscuros, como la tendencia a repetir y a copiar estilos y soluciones de los artistas más consagrados, el aplanamiento gráfico (como la tendencia «flat», que ha llegado a ser aburrida y predecible) o la falta de inventiva y de experimentación. Desde esta perspectiva, se sigue poniendo la vista en la ilustración del otro lado del Atlántico, donde la variedad de soluciones, estilos, tipologías y temáticas es muchísimo más grande que en Italia, gracias también a los clientes y a los directores artísticos, curiosos y capaces de potenciar el talento y de invertir mucho más en este tipo de arte, haciendo que sea como una especie de meca para los ilustradores de todo el mundo.
La ilustración en Italia a día de hoy: un mundo vivo que vamos a contar por entregas
Italia, en definitiva, ha redescubierto su interés por la ilustración, es decir, por un tipo de imagen metafórica, evocadora, simbólica, más surrealista que realista, distinta y, en muchos casos, opuesta a la fotografía, sobre todo a la que es demasiado metódica y obvia. El público de las generaciones más jóvenes, como los Millennials o la Generación Z, es decir, todos los nacidos a partir de los 90, está familiarizado con el lenguaje fantástico de la ilustración gracias a que hay una presencia casi ilimitada de imágenes en cualquier objeto, con una cultura pop que proviene del manga, del anime, de los videojuegos, de los carteles, de las manualidades, de los colores artificiales y de los nuevos materiales (gel, slime, espuma viscolástica), entre otros. En resumen, con un imaginario posmoderno completamente distinto y que mezcla lo alto y lo bajo, la infancia y lo académico, la velocidad y las emociones.
Con una serie de artículos, viajaremos por el variopinto mundo de la ilustración, intentaremos comprenderlo y reconocerlo, analizaremos sus usos y sus posibilidades, e informaremos sobre cómo encargar ilustraciones y dónde encontrar a los ilustradores más adecuados para tus proyectos.
Será un viaje a un mundo onírico y lleno de color, creado desde la imaginación y la inteligencia, cada vez más difundido y utilizado. Puede cambiar nuestra visión del mundo, dotando a la comunicación de imágenes fantásticas que podrían ayudar con la educación en arte y con el pensamiento creativo. Es un mundo capaz de enseñar a un público muy amplio que imaginar no es un ejercicio en vano, sino uno de los motores principales de cualquier innovación, ya sea tecnológica o social.