Table of Contents
El género de terror gusta.
Existen muchísimos libros, películas y series de televisión que pueden dar fe de lo que nos fascinan los «escalofríos», el miedo verdadero. El reciente éxito de La maldición de Hill House en Netflix y de It en el cine nos ha recordado que el género de terror ha vuelto a entrar con fuerza en escena, reforzando una tradición que viene de lejos.
Sin embargo, hoy no hablamos de dos buques insignia del género, como son H.P. Lovecraft y Stephen King. Nuestra intención de hoy es recuperar a un verdadero clásico literario que hizo temblar y divertirse a generaciones enteras de jóvenes lectores. Ponemos el reloj de la máquina del tiempo en 1992, nos ponemos unas cómodas All Star y nos sumergimos en el mundo nostálgico (y verde fosforescente) de Pesadillas.
Una serie «de pesadillas» para los más jóvenes
La serie de libros Pesadillas (Goosebumps en inglés) inundó los cuartos de jóvenes de todo el mundo y aún se la reconoce como uno de los mayores éxitos de la literatura juvenil de todos los tiempos. Después de todo, los más de 400 millones de ejemplares vendidos hablan por sí solos.
Los protagonistas de los libros son jóvenes adolescentes que viven todo tipo de aventuras en las que deben enfrentarse a máscaras malditas, marionetas que hablan, científicos locos, espantapájaros vivos, entre otros muchos. Gracias a estas ventas astronómicas, la seriePesadillas obtuvo también el Guiness de los Récords en el 2003: era la colección de libros infantiles más vendida de la historia.
A pesar de todo, el autor R. L. Stine, al que se le confió el proyecto, al principio tenía bastantes dudas sobre el éxito que tendría la operación. En esa época, al principio de los años 90, Stine ya había escrito libros de miedo para niños con la serie Fear Street, pero aquí debía sentar las bases de una verdadera serie literaria de terror dedicada a lectores muy jóvenes. Era una apuesta innovadora sin precedentes en los que apoyarse. Un desafío que el autor aceptó, sin embargo, con mucho entusiasmo y dedicación.
Escalofríos «controlados»: entre el terror y el humor
Pero ¿por qué conquistó esta colección a los jóvenes lectores? Un factor que seguro que la llevó al éxito fue el de la inteligente mezcla que se hace entre los géneros de terror y de humor. Las historias, de hecho, son muy breves y simples, están llenas de giros inesperados y se ambientan en situaciones que pasan por momentos de inquietud y por momentos cómicos. Los protagonistas de las historias viven aventuras que sobrepasan la realidad y que les llevan a situaciones grotescas e inquietantes, pero nunca se encuentran en peligro real.
Esta premisa de «escalofríos controlados», con un final feliz reconfortante y que siempre se da, cumplió las expectativas de los jóvenes lectores, como resulta evidente. De hecho, estos se acostumbraron a tener que contener la respiración durante la historia, pero sin tener que adentrarse en un tipo de terror más oscuro y trágico, como sí es típico de la literatura del género destinada a adultos. El efecto que provocaba era adictivo: una vez que te leías el primer libro, era imposible no tener ganas de descubrir otras aterradoras aventuras tragicómicas.
L. Stine y el bum inesperado de Pesadillas
Cuesta creerlo, pero los primeros meses tras la publicación de los primeros ejemplares de Pesadillas fueron un fracaso. Los libros se quedaban en las estanterías ¡Nadie los compraba! A día de hoy, a una operación similar se le haría una crítica feroz, pero el mundo de los años 90 iba a menos velocidad que el de ahora y, simplemente, se le dio tiempo. Por suerte, después de cuatro meses, los jóvenes descubrieron de forma inesperada los libros de Pesadillas y se inició un boca a boca que fue la verdadera publicidad del producto.
De hecho, el éxito no vino gracias a una promoción faraónica ni a las redes sociales (que no existían en la época). El éxito vino simplemente gracias al boca a boca que se produjo entre los jóvenes que descubrieron los libros, les encantaron y pusieron las novelas de Stine en lo más alto. Tras una salida en falso, la serie Pesadillas invadió las librerías de Estados Unidos y se publicó también en todo el mundo, llevando estas historias de terror edulcoradas a unos jóvenes que pronto aprendieron a amarlas y a devorarlas.
Anatomía de un libro de Pesadillas
Pero ¿cómo se hacían los libros de Pesadillas?
Merece la pena echarles un vistazo de cerca, ya que su particular estética contribuyó mucho al gran éxito que tuvieron.
La portada
La portada estaba muy cuidada: llena de color, con el título de la serie traslúcido y en relieve, simulando que estaba escrito con sangre. A simple vista te cautivaba, por lo que era difícil resistirse a su atractivo visual.
Las ilustraciones
Por otro lado, las ilustraciones eran particularmente originales. Aunque estaban relacionadas con el argumento del libro, estaban diseñadas para despertar la imaginación sin desvelar muchos elementos fundamentales de la trama. Eran como el trailer o el teaser de un episodio de una serie de televisión.
Los titulos
¡Hasta los títulos hacían su trabajo sucio! «La noche del muñeco viviente», «Terror en la biblioteca», «¡Invisibles!», «El cuco maldito», «La sonrisa de la muerte» o “Mutación fatal”. Estos son solo algunos ejemplos de la efectividad que tenían. Conseguían identificar el tema del argumento y generar interés, pero conservando un poco ese misterio que te empuja a adentrarte en un libro.
Las páginas verdes
Las páginas verdes eran todo un signo distintivo de la marca. ¡Nunca se había visto un libro de tapa blanda para niños con los bordes de las páginas coloreados en verde! Con este elemento distintivo y el resto de características ya mencionadas, podíamos decir que había nacido una estrella (¡de los escalofríos!).
Las pegatinas fluorescentes
Pero es que además, la serie Pesadillas también tenía pegatinas fluorescentes. En la última página de cada ejemplar, había un montón de pegatinas fluorescentes terroríficas, listas para pegarlas en cuadernos, blocs de notas, mochilas, muebles o donde se quisiese. El ver esas pegatinas fluorescentes pegadas por todas partes hizo que aumentase la atención sobre la serie de forma natural, siguiendo un principio de marketing indirecto muy eficaz.
Las pesadillas… ¡continúan!
La colección ha experimentado más de un rediseño estético durante sus más de 25 años de vida, pero sigue publicándose en todo el mundo. La serie cuente con muchísimos títulos: solo la colección de Pesadillas tiene 62 ejemplares, pero además existen muchísimos volúmenes extra y publicaciones paralelas. Si contabilizamos todo el ecosistema de publicaciones de R. L. Stine que estén relacionadas con la marca, superamos los 100 volúmenes de sobra.
Es una producción monstruosa (¡y nunca mejor dicho!) que incluso ha llegado a la pequeña y la gran pantalla, inspirando una serie de televisión que estuvo en antena del 1995 al 1998, y dos exitosas películas que se estrenaron en el cine en 2015 y 2018. Parece que el autor no se cansa nunca de regalarle sus «pesadillas» a los jóvenes lectores de todo el mundo.
¿Y vosotros? ¡Halloween ya está aquí mismo! Puede que sea un buen momento para que os inspiréis en los personajes de la serie y os hagáis un disfraz aterrador. Quitadle el polvo a cualquiera de los libros y dejaos llevar por los recuerdos y por la eterna fascinación que producen… ¡los escalofríos!
Todos los derechos de las imágenes que se refieren a la serie de libros “Goosebumps” incluidos en el artículo pertenecen a los legítimos propietarios, en los respectivos países de publicación.