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Osamu Tezuka, considerado el mangaka más importante del mundo, nació en Toyonaka (en la prefectura de Osaka) el 3 de noviembre de 1928. Fue un auténtico pionero: sin él no existiría la inconfundible estética del manga y anime japonés. Por ello, se lo conoce como «el dios del manga», quien, gracias a sus técnicas, creó los códigos de este medio y revolucionó todo un sector.
Desde los grandes ojos típicos de los personajes del manga japonés (muy probablemente inspirados en dibujos animados occidentales como Betty Boop y Mickey Mouse) hasta la invención del «story manga» (cómics con largas historias que se desarrollan en varios capítulos), Tezuka es, a todos los efectos, el dibujante y animador japonés más importante de todos los tiempos.
Fue extremadamente prolífico: se estima que a lo largo de su carrera produjo más de 170 000 planchas de cómic y más de 700 volúmenes, además de decenas de películas de animación.
Infancia y guerra
Su padre trabajaba en una empresa metalúrgica y su madre era ama de casa. Ambos tenían un gran interés por el arte, el cine y la animación. A los cinco años, Osamu se mudó con sus padres y hermanos a la ciudad de Takarazuka, donde su madre lo llevaba a menudo al teatro, introduciéndolo a los espectáculos musicales de la compañía Takarazuka Revue, formada únicamente por mujeres que montaban espectáculos de estilo occidental al estilo Broadway. Estos tuvieron una gran influencia sobre él.
Cuando su padre, aficionado a la fotografía, compró un proyector, abrió el mundo de la animación a la familia. Tezuka devoró películas como Popeye, Betty Boop y Mickey Mouse, por lo que recibió una gran influencia de las películas de Walt Disney, hasta el punto de obsesionarse con sus obras. Vio la película Bambi al menos 80 veces (la adaptó para el público japonés más tarde en 1951).
En 1937 comenzó la guerra de Japón contra China y esto también afectó al manga: a partir de 1938 la industria editorial estuvo sujeta al control estatal. Los libros de propaganda estaban aumentando, en detrimento de todas las demás publicaciones. En 1937, con apenas nueve años, Tezuka decidió crear su primer manga, llamado Pin Pin Sei-chan, demostrando ya que tenía madera de artista.
A esa edad, el joven Tezuka ya era un ávido lector de historias que se publicaban en los periódicos de la época. En este periodo recibió la influencia de las historietas de Suiho Tagawa, cuya obra Norakuro cuenta la historia de un perro antropomórfico que vive la vida de un soldado, con historias cómicas que con el tiempo se impregnan de propaganda.
A Tezuka también le apasionaban los insectos, el espacio y la biología. La Segunda Guerra Mundial estaba en pleno apogeo cuando Tezuka se graduó de la escuela primaria, y particularmente a partir de 1941, cuando Japón comenzó a desempeñar un papel activo en el conflicto. Su padre se alistó en el ejército. El recuerdo de aquellos años, entre ataques aéreos y masacres de civiles, quedó imborrable en la mente del autor y a menudo relataba en sus obras las atrocidades de la guerra.
Durante la escuela secundaria, Tezuka sufrió una forma grave de micosis en los brazos y se temió que tuvieran que realizarle una amputación. Cuando los médicos consiguieron curarlo y salvarle la vida, comenzó a albergar el sueño de ser médico y ayudar a los demás.
Primeras obras y debut
En 1945 ingresó oficialmente en la Facultad de Medicina de Osaka, pero al mismo tiempo continuó su labor artística. En 1946 llegó la primera publicación: entregó parte del manga dibujado durante la guerra a una revista infantil llamada Mainichi. A los lectores les gustó mucho su estilo, así que recibió el encargo de crear su primer manga oficial, El diario de Ma-chan, el cual tuvo un gran éxito en Osaka.
Más tarde en 1946, Tezuka se unió al club de manga Kansai en Osaka, un grupo que reunía a jóvenes mangakas con talento. Aquí conoció al experto dibujante de manga Shichima Sakai y dibujó su primer manga a gran escala, La nueva isla del tesoro (1947). A pesar de algunas dificultades y cambios en la historia, la obra logró un enorme éxito, convirtiéndose en el primer manga de historia larga de la posguerra. Vendió 400 000 ejemplares en un periodo en el que los alimentos escaseaban por las consecuencias del conflicto mundial.
A pesar de su éxito, Tezuka todavía ganaba muy poco, pero siguió trabajando en sus obras. Durante sus años de medicina se dedicó también al piano, con buenos resultados, y al teatro. Se licenció en Medicina en 1951, pero se dio cuenta de que tenía que elegir entre la carrera de médico y el manga. Eligió el camino del dibujo, pero el objetivo era siempre el mismo: crear historias que pudieran contribuir a mejorar el mundo.
Primeros éxitos: Kimba, el león blanco y Astro Boy
En este punto, Tezuka estaba produciendo un flujo incesante de trabajo. Además de su trilogía de ciencia ficción —Lost World (1948), Metrópolis (1949) y Next World (1951)—, en 1950 creó una de las primeras series por las que es más recordado: Kimba, el león blanco. Esta novela de aprendizaje, que retrata la transición de la niñez a la vida adulta, está ambientada en el África de mediados del siglo XX y se publicó por entregas en la revista japonesa Manga Shōnen entre 1950 y 1954.
Narra la vida de un pequeño león que ha perdido a sus padres y que debe convertirse en el rey del bosque, después de enfrentarse a humanos despiadados y pasar por varias situaciones peligrosas. La obra trata sobre la convivencia entre diferentes especies y la relación entre la naturaleza y el hombre, dos temas que suelen repetirse en las obras del maestro.
La serie de anime del mismo nombre de 1965 se basó en Kimba, el león blanco y sigue siendo muy conocida a día de hoy. Fue el primer anime japonés en color y también estuvo en el centro de una polémica con Disney, dado que la popular película El rey león, estrenada en 1994, tiene importantes similitudes con la obra de Tezuka.
Kimba, el león blanco tuvo un gran éxito y llamó la atención de la editorial Kabunsha, que publicaba una conocida revista de la época llamada Shonen. Es en esta revista donde Tezuka publicó la que fue probablemente su obra más famosa, conocida por la mayoría como Astro Boy, protagonizada por el pequeño robot Atom.
Atom, también conocido como Embajador Atom o Capitán Atom, debutó como personaje secundario en la serie de manga Atomu Taishi, que fue serializada entre 1951 y 1952. El nombre de este personaje, que se convirtió en icónico tanto en la cultura japonesa como en el resto del mundo, es un guiño a la investigación sobre la energía nuclear, que fue un tema clave durante la década de 1950. Tezuka se inspiró en Pinocho de Carlo Collodi para la creación de su personaje más popular. En el manga, Atom es construido por el Dr. Tenma, ministro de Ciencia de un Japón futurista, quien construye el robot más avanzado de todos los tiempos tras la muerte de su hijo.
Atom tiene una fuerza equivalente a 100 000 caballos y potentes armas que lo ayudan a destruir a los enemigos de la Tierra. Sin embargo, Tenma se da cuenta de que Atom no puede crecer y que un robot no puede llenar el vacío de su duelo: podemos apreciar cómo los temas del manga de Tezuka se vuelven cada vez más serios y universales con el tiempo, alejándose gradualmente de la narrativa diseñada exclusivamente para un público muy joven (aunque sus dibujos siguieron atrayendo a los más pequeños). Las ventas son estratosféricas: los 23 volúmenes superaron los 100 millones de ejemplares. Astro Boy también fue protagonista de varias series y películas animadas producidas por Mushi Production y posteriormente por Tezuka Production, los conocidos estudios de animación creados y dirigidos por el propio Osamu Tezuka.
La princesa caballero y Fénix
1953 fue el año de otro manga muy importante en la producción de Tezuka: un editor de la revista Shojo Club le encargó realizar el que se convertiría en su primer manga dirigido específicamente a un público de chicas. Se trata de La princesa caballero, el primer manga shojo jamás realizado y el primero en recibir una adaptación al anime, realizada también por Mushi Production. Es una obra que hizo historia, sobre todo porque abrió las puertas del manga al público femenino, que hasta entonces no se había tenido en cuenta.
La princesa caballero cuenta la historia de una niña que nació con dos corazones, uno masculino y otro femenino. Es hija del rey de Silverland, cuyo trono solo puede pasar a un heredero varón. Tras una serie de malentendidos, el rey decide que su heredera sea su hija, quien recibe una doble educación, tanto de princesa como de príncipe: cuando está en público se hace pasar por un niño. Un personaje de belleza andrógina, que también sabe luchar, pero que será descubierto durante la coronación y, por tanto, obligado a huir. Durante su aventura, la princesa tiene que lidiar con enemigos que intentan arrancarle uno de sus dos corazones con el objetivo de regresar y gobernar su reino.
Este manga muestra la maestría de Tezuka con los planos cinematográficos, con dibujos a página completa que amplían el tiempo de la historia (típico del manga) para subrayar las emociones de los protagonistas. Todas ellas son técnicas que autores posteriores han adoptado en su trabajo.
En este punto, la vida de Tezuka se empezó a complicar: trabajaba en varias obras al mismo tiempo y se retrasaba en las entregas, con los editores siempre detrás de él esperando nuevas planchas de cómic.
Una vez que consiguió estabilizarse con la ayuda de una serie de asistentes, Tezuka inició en 1954 la que se considera su obra maestra, Fénix, definida por el propio autor como «la obra de su vida». La historia de cómo llegó a publicarse es larga y tortuosa: Fénix vio nacer su primera historia —llamada Los albores de la historia— inmediatamente después del final de Kimba, el león blanco en la revista Manga Shonen, que posteriormente cerró, dejando el manga inacabado. Retornó a esta obra en 1957, pero no fue hasta 1967 cuando Fénix empezó su publicación «real», en la revista creada por el propio autor: COM.
Tezuka retomó Fénix (aunque más tarde también trabajó en obras muy importantes como Black Jack y Buda) en respuesta al movimiento Gekiga y a sus autores, que publicaron su trabajo en la revista seminal Garo. El movimiento Gekiga (que significa literalmente «imagen dramática») fue creado por Yoshihiro Tatsumi y pretendía ofrecer una alternativa al manga más «comercial», que estaba dirigido a niños y adolescentes, produciendo obras dirigidas a un público adulto. El grupo Gekiga también publicó un manifiesto de intenciones que ha pasado a la historia.
Tezuka, que en aquellos años era el mangaka más famoso y mejor pagado, no pudo quedarse de brazos cruzados y creó una serie de obras dirigidas a un público más exigente. En total, Fénix cuenta con 12 historias, recogidas en 11 libros publicados desde ese año hasta 1988: Los albores de la historia, El futuro, La época Yamato, El espacio, El pájaro de fuego, Resurrección, El manto celestial, Nostalgia, Caos, Vida, Seres extraños y Sol. Es una obra monumental, que en cada libro cuenta historias autónomas ambientadas en diferentes épocas, desde el pasado hasta el futuro. El protagonista es el fénix, una criatura mitológica que viaja entre historias cómicas y trágicas, ambientadas desde el espacio hasta el Japón feudal. El tema central es la reencarnación y esencialmente la búsqueda de la inmortalidad: contiene las reflexiones del autor sobre la existencia. Lamentablemente, la obra quedó inacabada, dada la muerte prematura del maestro.
Madurez: Adolf
Sería prácticamente imposible enumerar en este artículo todas las obras de manga o anime en las que trabajó Tezuka, no hay espacio suficiente para ello. Sin embargo, sí que merece una mención su obra más madura, que llegó en 1983: Adolf, un manga publicado hasta 1985 que es considerado por muchos como su obra maestra.
La historia sigue paralelamente la vida de tres personas llamadas Adolf: un niño judío llamado Adolf Kamil, un niño alemán llamado Adolf Kaufmann y Adolf Hitler. Una historia ambientada en la Segunda Guerra Mundial, muy compleja y magistralmente dibujada, que retrata la locura de la guerra y el nazismo, y sobre todo el sinsentido de la violencia.
Esta vez el dibujo de Tezuka renuncia por completo a su típico rasgo caricaturesco de los orígenes para dejar espacio a dibujos más realistas y con una división de las viñetas más esquemática y en favor de la historia (aunque se mantiene la fuerte expresividad de los personajes).
El legado de Osamu Tezuka
Osamu Tezuka murió el 9 de febrero de 1989. Dibujó hasta el final de sus días y dejó algunas obras inconclusas (Ludwig B y Neo Faust). Su legado al mundo del cómic es incalculable: no solo logró moldear el panorama del cómic japonés, sino que también influyó en generaciones de artistas de todo el mundo.
Su capacidad para combinar una narración convincente con una profundidad emocional y un estilo visual único ha creado un estándar de excelencia en la industria. Su Astro Boy abrió el camino para la llegada de los famosos robots japoneses. Pero su legado no se limita únicamente a su contribución artística: el autor también introdujo temas complejos y cuestiones sociales y filosóficas.
Hoy en día, la influencia de Osamu Tezuka sigue viva y continúa prosperando, no solo a través de su inmenso trabajo, sino también a través de la inspiración continua que ofrece a cualquiera que quiera crear cómics.