Pasear por primera vez por los bordes de la balsa de Capellades es como contemplar una postal. Hubo un tiempo en el que de esta fuente natural y cristalina brotaban 12 millones de litros de agua al día. Una cantidad más que suficiente para permitir la actividad de los 16 molinos de papel existentes en la zona. Familias enteras vivían del sector, ya fuera seleccionando trapo para hacer la pasta de papel, preparando la cola, tiñendo o bien empaquetando las hojas.
Tanto es así que, durante los siglos XVIII y XIX, este municipio de Barcelona se convirtió en uno de los centros papeleros más importantes de Europa, abasteciendo gran parte del mercado español, América del Sur y Filipinas.
Al otro lado de la balsa todavía se conserva uno de estos antiguos molinos, transformado en museo en 1958. La distribución arquitectónica del Museo Molino Papelero de Capellades es la típica de estas construcciones, que debía responder a las necesidades de fabricación de papel y de vivienda del propietario o arrendatario del molino.
Los 2.200 m2 del edificio se distribuyen en cuatro plantas y un subterráneo, que alberga una importante colección de maquinaria y herramientas originales para la fabricación del papel, desde pilas hasta tinas y prensas. La energía se obtenía de la rueda hidráulica, que transformaba el agua en movimiento de la balsa en energía mecánica que movían las mazas que trinchaban los trapos viejos.
En este espacio trabajaban unas 30 personas entre hombres, mujeres y aprendices, muchos de ellos niños. Tal y como explica la guía del museo, producían 4.500 hojas de papel al día sometidos a unas duras condiciones de trabajo. De hecho, era habitual que desarrollaran enfermedades del sistema respiratorio a causa de la inhalación del polvo que desprendían los trapos al tratarlos. Y problemas auditivos por el ruido de las máquinas.
El museo cuenta con salas de exposición permanente sobre la historia del papel desde sus orígenes hasta los procesos actuales de fabricación, además de un mirador o secador en la parte superior, que era un espacio diáfano donde se tendía el papel en cuerdas para dejarlo secar. El centro de documentación incluye una biblioteca especializada con más de 600 títulos relacionados con el papel y que también custodia una colección de libritos de papel de fumar.
En la actualidad, el Museo Molino Papelero de Capellades recibe alrededor de 31.000 visitantes cada año, que pueden descubrir el proceso de fabricación del papel a través de talleres. Además, curiosamente en el subterráneo se sigue elaborando papel de forma artesanal con diferentes fibras (algodón, lino, abacá, etc.), medidas, colores y filigranas para libros de artista e incluso invitaciones de boda. Todo ello lo convierten en uno de los museos sobre papel más destacados en el ámbito internacional.