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Milo Manara nació en Luson, provincia de Bolzano, el 12 de septiembre de 1945. Es universalmente reconocido como un maestro del cómic con un estilo inmediatamente reconocible, gracias a sus personajes icónicos, sus figuras femeninas sensuales y de fuerte personalidad, sus líneas precisas y detalladas, y mucho más.
Gracias a su compromiso entre el arte y la protesta —especialmente en su juventud— y a una serie de colaboraciones que hicieron historia (con Hugo Pratt y Federico Fellini, entre otros), Manara llevó el cómic —un medio con fuerte arraigo popular— a un nuevo nivel de sofisticación, elevándolo a una obra de arte.
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Infancia y formación artística
Maurilio Manara, conocido como Milo, creció en una familia de trabajadores, en un ambiente modesto y rural, donde desde los doce años comenzó a crear paneles decorativos por encargo para apoyar la economía familiar. Posteriormente se graduó en una escuela secundaria de arte privada y luego se trasladó a Verona, donde comenzó a trabajar como asistente del conocido escultor español Miguel Ortiz Berrocal. Durante este período se matriculó en la Facultad de Arquitectura de Venecia.
Fueron años de maduración artística para el autor, durante los cuales comprendió que el academicismo clásico y el arte tradicional no le satisfacían del todo. Manara comenzó entonces a reflexionar sobre el papel social de las artes figurativas a la luz de las numerosas neovanguardias que emergieron durante los años 60 y 70 —del arte pop al arte corporal, pasando por el arte minimalista, el arte conceptual y el arte cinético—, en las que la figura canónica del arte figurativo queda completamente desmaterializada.
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En la agitación de los movimientos juveniles del 68, Manara se distanció del arte pictórico tradicional, criticando abiertamente la Bienal de Venecia y, más en general, el elitismo artístico. Su atención se desplaza entonces hacia formas de arte más accesibles al público en general. Precisamente en esta época descubrió el cómic y, gracias a la esposa francesa de Berrocal, se trajo desde París las últimas novedades de cómics franceses —bande dessinée—, como Barbarella de Forest y Jodelle y Pravda de Guy Peellaert.
Por tanto, Manara descubrió los cómics ya en la edad adulta, dado que su madre le prohibió categóricamente leerlos durante su infancia. Lo que le fascinaba del cómic era la posibilidad de ser reproducido en serie, elemento que distingue claramente este medio de la singularidad de la obra de arte pictórica. Para Manara, el cómic está mucho más cerca de la literatura, sobre todo porque puede ser disfrutado por un público masivo a precios accesibles.
Los inicios en el cómic y el encuentro con el erotismo
Durante los años 60, Manara comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo de la edición de cómics, particularmente en Milán, al principio sin éxito: los editores eran poco propensos a confiar trabajos a artistas sin experiencia previa en el cómic.
Lo que cambió todo fue el encuentro con Mario Gomboli, que ya trabajaba activamente en el ámbito de los cómics junto con Alfredo Castelli. Gomboli presentó a Manara al editor Furio Viano, quien lo hizo debutar en relatos erótico-policiales en la serie Genius en 1969, publicación nacida a raíz del éxito de Diabolik.
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Aunque su debut se produjo en el contexto del cómic de género, Manara demostró inmediatamente un gran dominio del medio visual y una capacidad para representar figuras femeninas con gracia y sensualidad sin caer jamás en la vulgaridad. Su trabajo en Genius llegó al editor Renzo Barbieri, quien lo invitó a colaborar en la serie erótica de género de aventuras y piratas Jolanda de Almaviva, en la que Manara debutó en el número 14, en 1971. Aunque el estilo del autor aún no estaba muy definido, también por el carácter de esta publicación de quiosco, ya podemos notar los primeros signos distintivos de sus figuras femeninas, con los cuerpos suaves y ahusados, los labios carnosos y expresiones seductoras.
Posteriormente Manara abandonó sus estudios universitarios y gracias a Castelli colaboró con el Corriere dei Ragazzi, es decir, el semanario del Corriere della Sera, donde dibujó la serie de cómics La parola alla giuria entre 1975 y 1976, basada en los textos del periodista Mino Milani, en los que se juzga a personajes históricos en el centro de hechos controvertidos, como Nerón, Robespierre, Helena de Troya, Robert Oppenheimer y Atila. Después creó Un fascio di bombe junto con Alfredo Castelli y Mario Gomboli, un cómic sobre la estrategia de la tensión en las masacres estatales.
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Su debut en el cómic de autor se produjo junto a Silverio Pisu, con quien también creó la revista satírica Telerompo. La colaboración entre los dos autores dio vida a dos obras fundamentales: Lo Scimmiotto (El rey mono) y Alessio, il borghese rivoluzionario (Alessio, el burgués revolucionario). El mono es una reinterpretación del personaje chino Sun Wu-Kung, que el autor transforma en una metáfora de Mao Zedong y el pueblo chino, incorporando el clima político y social de 1968. Esta obra, caracterizada por figuras femeninas propias del estilo de Manara, está ambientada en un contexto de compromiso político y sátira mordaz, y se publicó en la revista Alterlinus. Se convirtió en un ejemplo del cómic comprometido de la época. Alessio, il borghese rivoluzionario, publicado en AlterAlter en 1977, es un cruce entre dibujo y cuento ilustrado, donde el texto y las imágenes se presentan por separado, permitiendo a cada autor expresar libremente su propia visión.
Estas obras permitieron finalmente a Manara desligarse definitivamente del género erótico popular y consolidarse como uno de los grandes autores del cómic italiano.
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Éxito internacional: entre Hugo Pratt e Il Gioco
Durante los años 70, Manara desarrolló su estilo personal, el que hoy todos reconocen en todo el mundo, influenciado por dos grandes maestros del noveno arte: Jean Giraud (alias Moebius) y Hugo Pratt.
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Este período marcó su entrada en el próspero mercado del cómic francés. Entre 1976 y 1978 publicó para Larousse, editorial francesa, Histoire de France en bande dessineé (La historia de Francia en cómic), La découverte du monde en bande dessinée (El descubrimiento del mundo) e Histoire de la Chine (Historia de China).
Para la editorial Casterman, en 1978, también comenzó a colaborar con la revista À suivre, en la que debutó por primera vez con una historia y un personaje completamente originales, que dibujó y escribió Manara: HP y Giuseppe Bergman, donde «HP» es una dedicatoria a su mentor Hugo Pratt. El protagonista es un auténtico alter ego del autor, que mezcla sus rasgos con los del conocido actor Alain Delon.
Esta serie representa un verdadero punto de inflexión para Manara, tanto en términos de estilo como de narrativa. Bergman encarna una profunda exploración del significado del arte y los viajes para una obra caracterizada por un estilo gráfico que se aleja cada vez más de las convenciones del cómic tradicional.
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Desde finales de los años 70 hasta principios de la nueva década, Manara dibujó la popular La storia d’Italia a fumetti (La historia de Italia en cómic) de Enzo Biagi (no es el único, entre los artistas también se encuentran el propio Hugo Pratt y Dino Battaglia), pero fue en 1983 cuando el autor experimentó un verdadero éxito internacional con Il Gioco (El Clic), creado y publicado por encargo de la revista Playmen.
Se trata de un cómic muy erótico que se convirtió en un auténtico fenómeno editorial en toda Europa, especialmente en Francia. Il Gioco cuenta la historia de una mujer, Claudia Cristiani, una «burguesa reprimida» que sufre los efectos de un dispositivo electrónico que estimula irresistiblemente sus deseos sexuales. La obra, a pesar de su alto contenido erótico, es apreciada por su elegancia y el estilo impecable de Manara. Este éxito consagró definitivamente a Manara como un maestro del cómic erótico.
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Al mismo tiempo, Manara inició una colaboración duradera con Hugo Pratt, creando en 1983 Tutto ricominciò con un’estate indiana (Verano indio), una de las obras más importantes del cómic italiano. La historia, ambientada en el siglo XVII en una colonia americana, explora las tensiones entre los colonos puritanos y la tribu nativa americana Squando, entrelazando elementos históricos con temas eróticos y de intriga. El éxito de esta colaboración condujo a la creación de otra obra extraordinaria, El gaucho (1992-1995), ambientada durante las guerras de independencia en Argentina.
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Entre sus trabajos más curiosos e interesantes se encuentra también la colaboración en 2009 con los cómics estadounidenses, en particular en el proyecto X-Women: Ragazze in Fuga y la conocida portada de Spider-Woman diseñada en 2014, que causó bastante polémica, ya que hubo quienes consideraron «demasiado erótica» la representación de la superheroína.
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Estilo e influencias artísticas
Manara es reconocido en todo el mundo por un estilo que mezcla una atención obsesiva al detalle anatómico y la representación plástica del cuerpo humano. Sus figuras femeninas tienen siempre miembros largos, la nariz pequeña y los ojos felinos, son gráciles y están dotadas de una alta carga de sensualidad: la mujer de Manara es una representación idealizada de la belleza.
El autor en sus obras también presta gran atención a la postura y al movimiento de los personajes. A menudo representa sus figuras en poses que realzan la gracia y la sinuosidad del cuerpo, creando una sensación de dinamismo dentro de la página. Esta maestría ciertamente deriva de la influencia de Hugo Pratt, con quien Manara desarrolló un vínculo artístico muy fuerte a lo largo de los años.
Sin embargo, el autor rompe a menudo las reglas del cómic tradicional con un enfoque innovador de la página.
Con frecuencia «rompe la cuadrícula» de los dibujos animados, con los personajes literalmente saliendo de los bordes, creando una sensación de libertad visual a menudo enriquecida por referencias simbólicas. Son, pues, claras las influencias del arte pop y del arte corporal en sus obras, impregnadas de referencias a la historia del arte clásico y moderno. Una mezcla que hace que su estilo sea único e inconfundible.
Colaboraciones cinematográficas y otras incursiones artísticas
Manara ha vivido una vida y una carrera extraordinarias, salpicadas también de importantes colaboraciones con personalidades del cine y de la publicidad. La más famosa fue con el director Federico Fellini, con quien trabajó en el cómic Viaggio a Tulum (Viaje a Tulum) e Il viaggio di G. Mastorna detto Fernet (El viaje de G. Mastorna), donde también se ve a Paolo Villaggio entre los protagonistas. Manara también creó los carteles de las películas de Fellini Intervista (Entrevista) y La voce della luna (La voz de la luna).
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Fellini vio en Manara al dibujante adecuado para dar vida a sus visiones oníricas y surrealistas. Su colaboración ha producido obras extraordinarias que mezclan cómic, cine y arte.
Manara colaboró luego con otros directores como Pedro Almodóvar, para quien ilustró el libro El fuego y las entrañas, y Alejandro Jodorowsky, con quien creó el cómic histórico Los Borgia (2004-2010), una saga que explora los acontecimientos de la familia Borgia con una mirada cruda y visionaria.
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En el ámbito de la publicidad, Manara ha prestado su talento a la creación de guiones gráficos e ilustraciones para campañas publicitarias de grandes marcas como Chanel, Sisley, Lavazza y Costa Crociere. También ha creado numerosos carteles para películas y espectáculos teatrales, consolidando su reputación incluso fuera del mundo del cómic.
El legado de Milo Manara
Milo Manara es uno de los autores más importantes del cómic italiano e internacional, que ha marcado profundamente el mundo del noveno arte.
Ha revolucionado la representación de la sensualidad a través de su estilo refinado y detallado, con obras que elevaron este medio a una forma de arte apreciada en todo el mundo.
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No obstante, su legado va más allá del cómic erótico: es un autor que ha sabido explorar la complejidad humana con una sensibilidad poco común, dejando una profunda huella en la cultura contemporánea.