Si pensamos en nuestra niñez, todos tenemos un libro fetiche, aquel con el que nos pasábamos horas enfrascados y observábamos una y otra vez sus dibujos. Personajes entrañables como El Principito, Teo, Pelines o Fray Perico no estarían en nuestro imaginario colectivo si no hubiéramos podido ver y tocar aquellas ilustraciones que les daban vida.
Con estos superhéroes y heroínas de papel creció Marisa Morea (Madrid, 1982). Lo que de niña no se podía imaginar era que, unos años después, sería ella misma la que dibujaría las andanzas de nuevos personajes que marcarían la vida de otras generaciones.
“El primer libro infantil que ilustré fue El tesoro más grande del mundo (2014), con la editorial SM El Barco de Vapor. No era un álbum ilustrado sino un libro por capítulos o de ficción, como lo llaman en el mundo anglosajón”, nos cuenta. “Es una historia maravillosa donde convive la relación de amistad de un niño y una niña con un mundo imaginario de marionetas, princesas y dragones”, describe la ilustradora.
Morea empezó su carrera realizando dibujos para adultos pero tenía muchas ganas de dar el salto a la literatura infantil. “Esa colección de cuentos, ‘El Barco de Vapor’, tiene muchos años y yo los leía en el colegio, así que me trae muchos recuerdos personales también”.
A la hora de dibujar, la ilustradora no trata de ponerse en la piel de los pequeños sino que piensa en ellos casi como adultos. “Lo que me gusta a mí pienso que puede conectar con ellos. Quizás la profesión de ilustrador infantil hace que el niño que dicen que hay en nuestro interior esté más vivo que en otras personas”.
Para dar vida a sus personajes, la ilustradora combina la parte digital con otros materiales procesados con el escáner, lo que le permite trabajar con el color y las texturas. “Mi trabajo es digital pero uso mucho el escáner para añadir texturas de acuarela, gouache o lápices de colores a mis dibujos”.
Si tuviera que elegir una ilustración de las cientos que ha creado con su imaginación se queda con el simpático oso la de la obra Books aren’t for Bears. De hecho, Morea eligió este dibujo para la cubierta de una serie de cuadernos que ha impreso con Pixartprinting. “Este oso me ha abierto muchas puertas en el mundo de la ilustración infantil”, afirma.
La ilustradora está utilizando las libretas para bocetar y anotar ideas cuando está de viaje y ha pensado sortear algunos entre sus seguidores de Instagram, a quienes les han fascinado. Como experta en el arte del papel y el lápiz, tiene muy claro cómo debe ser el cuaderno ideal. “Tiene que entrar en el bolso, pero tampoco ser demasiado pequeño. Además, debe tener un papel liso, pero lo suficientemente grueso para que no traspase la hoja con el material que uses”.
Y parece que lo va a seguir utilizando sin descanso. A finales de año está previsto que se publiquen cuatro títulos nuevos que ha ilustrado. Desde que hace cuatro años decidiera embarcarse en esta carrera a tiempo completo –dejando su trabajo de directora de arte en publicidad– no ha parado de trabajar. “Me gustaría seguir ilustrando libros”.
Aunque ya ha trabajado con editoriales internacionales como SM, Penguin Random House, Nosy Crow, Sterling o Simon and Schuster, le gustaría ampliar su número de clientes. Una intensa carrera en la que se ha hecho realidad su sueño de la infancia. Parafraseando al inolvidable Walt Disney, un modelo para cualquier ilustrador infantil, “si puedes soñarlo, puedes hacerlo; recuerda que todo esto comenzó con un ratón”.