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Comenzamos nuestro repaso de los grandes periódicos del mundo con uno de los periódicos franceses más antiguos y serios: Le Figaro, producto de un París posrevolucionario.
Fue fundado en 1826 y en sus inicios se propuso como una publicación satírica, un punto de encuentro de intelectuales y literatos, basándose en la frase «Sin la libertad de criticar no existe elogio halagador», tomada de la comedia Las bodas de Fígaro de Beaumarchais. Se convertiría en periódico cuarenta años después, manteniendo siempre el equilibrio en un período histórico lleno de censuras, extremismos y revoluciones.
En 1871, al declararse contrario a la Comuna de París, el periódico fue suprimido por esta misma. Este hecho marcaría, como un mito fundador, la línea editorial de Le Figaro, atrayendo a un público aristocrático, burgués y culto que, con el siglo XX, lo llevó a posiciones liberales y conservadoras típicas de las corrientes de centro-derecha.
Fuente: https://www.andrewcusack.com/2009/figaro-dingbat/
Ya desde el final de la Segunda Guerra Mundial se posicionó como el periódico más vendido en Francia, con más de 200 000 ejemplares que ascendieron a más de 300 000, cifra que aún hoy logra mantener, también gracias a un ecosistema de revistas temáticas y de un sitio web con más de 23 millones de visitantes únicos al mes*, lo que lo convierte en el sitio de información más visitado de Francia.
Durante los últimos 150 años, escritores como Emile Zòla, Marcel Proust, André Gide y Jean d’Ormesson han publicado en Le Figaro, hasta el punto de que es considerado el periódico de la Academia Francesa, además de artistas como Filippo Tommaso Marinetti, que publicó el primer manifiesto futurista de 1909 en un periódico parisino.
El diseño gráfico del periódico más leído de Francia
Le Figaro sigue la elección de casi todos los periódicos franceses que han abandonado progresivamente el gran formato de hoja ancha para pasar al llamado formato berlinés (470 × 320 mm), también utilizado por Le Monde. Como se explica en el artículo introductorio sobre los grandes periódicos, el gran formato es prerrogativa de los periódicos que se consideran autorizados; el formato berlinés, aunque más pequeño, es todavía más grande y fácilmente distinguible del tabloide.
La cabecera del periódico francés se caracterizaba en los últimos años por un rectángulo azul de fondo con el nombre «Le Figaro» escrito en negrita o, para ser más precisos, en tipografía egipcia (como se decía antes), pues hace referencia a un pasado que aún no era digital.
El cambio de marca más reciente, que hace que la versión en papel sea más homogénea con las ediciones digitales, eliminó el rectángulo y dejó solo la fuente. Según algunos diseñadores, la mirada era captada por el azul del rectángulo y dejaba la tipografía en un segundo plano, haciendo que el encabezado perdiera fuerza. El nombre «Le Figaro», para seguir ejerciendo su autoridad, debe poder leerse de forma casi monumental en la primera página.
La maquetación se caracteriza ahora por fotografías de gran tamaño y una división de la portada en cuatro columnas para los artículos, más una a la izquierda que contiene una especie de índice del periódico.
El color azul hace referencia a un cierto tipo de pensamiento conservador, a diferencia del rojo utilizado generalmente por las publicaciones de izquierda.
En los periódicos, donde la política es preponderante, son evidentes de inmediato para el lector todos aquellos referentes simbólicos (tipo de letra, colores, tipología de imágenes) que, junto con el tono de los titulares, orientan y definen el pensamiento expresado en las páginas.
Una fuerte renovación impulsada por lo digital
A lo largo de los últimos quince años, Le Figaro ha sufrido varias remodelaciones para hacerlo más legible y atractivo para un público que se está acostumbrando a la web y a lecturas más rápidas y fragmentadas.
Ya en 2013 se modificó la maquetación, aumentando el espacio en blanco e intentando trabajar en títulos más similares entre papel y web.
En los últimos dos años, el periódico ha sido objeto de nuevos cambios que han llevado, por ejemplo, a retirar el rectángulo azul de debajo de la cabecera, permitiéndole respirar de nuevo y devolviendo al nombre del periódico la importancia que merece.
En general, todo el diseño gráfico se ha aligerado, eliminando los recuadros grises y los títulos en extranegrita, devolviéndolo a una versión más limpia y asegurándose de que los títulos sean claramente legibles.
Los grandes periódicos europeos que resisten
Le Figaro es uno de esos periódicos que han hecho historia moderna y, como otros periódicos con una sólida historia a sus espaldas, está resistiendo un largo período de cambio en el consumo de noticias, además de manteniendo un cierto volumen de ventas.
Es una prueba de que los grandes periódicos, cuando conservan su autoridad sin perseguir demasiado los gustos del público, pueden resistir el avance de la web y lo digital, e incluso incorporarlo a la oferta informativa para enriquecerla.
* Datos proporcionados por el Grupo Dassault, propietario del Grupo Figaro (https://www.dassault.fr/subsidiaries/le-figaro)