Table of Contents
Seguimos con nuestro viaje de descubrimiento del mundo de la ilustración al servicio de las empresas. En este artículo vamos a tratar un tema que está lleno de sorpresas: el uso de ilustraciones en restaurantes y en locales donde se consume comida.
No vamos a hablar de imágenes o de logotipos. Ni siquiera de campañas publicitarias. Vamos a hablar del momento en el que un emprendedor del sector hotelero u hostelero encarga a artistas (incluso famosos) que creen imágenes para caracterizar su local.
El objetivo de estas obras no tiene que ser necesariamente encajar con la imagen corporativa, sino más bien caracterizar y reproducir el espíritu del local, lo que a menudo aumenta su atractivo.
Primeros ejemplos: las vanguardias artísticas del siglo XX
Como uno de los primeros ejemplos de combinación de comida y pintura, podemos mencionar al artista futurista Fortunato Depero que, durante su estancia en EE. UU., que duró dos años a finales de los años 20, recibió el encargo de diseñar la ambientación de dos locales de Nueva York: el restaurante Zucca (todo el mobiliario y murales) y el restaurante Enrico and Paglieri. Desafortunadamente, ambos fueron destruidos un año más tarde para construir el Rockefeller Centre y solo tenemos fotos en blanco y negro.
En aquellos años, las obras eran encargadas por particulares adinerados que querían decorar propiedades privadas, es decir, que no estaban abiertas al público. Los primeros sitios en invertir en arte fueron, por tanto, hoteles y casinos de lujo.
Nueva York, a principios del siglo XX, era una especie de página en blanco artística y necesitaba obras de arte para hacer que sus nuevas construcciones, símbolos de modernidad y de progreso, fueran más atractivas. Por ejemplo, el mural de Maxfield Parish para el hotel Knickerbocker es de 1906 y aun conserva cierto aire tradicional.
Saltamos a los años 50, una época en la que la recuperación permitió llevar a cabo nuevos y ambiciosos proyectos. Un ejemplo es el restaurante Four Seasons, también en Nueva York, que se encuentra dentro del edificio Seagram y que fue diseñado por el arquitecto Philip Johnson. El Four Seasons siempre ha querido lo mejor y le pidió al entonces director del MOMA de Nueva York que le aconsejara un artista contemporáneo que creara obras exclusivas. El restaurante fue el protagonista de uno de los encargos más controvertidos del mundo del arte contemporáneo al intentar encargar al atormentado Mark Rothko algunas obras… pero ¡eso es otra historia!
En su interior colgaba un tapiz de Pablo Picasso, lo que confirmaba la atmósfera exclusiva que tenía este lugar frecuentado por las élites de todo el mundo.
La unión arte-cocina se fue desarrollando cada vez más con chefs y emprendedores que compraban cuadros de artistas famosos para exponerlos en las paredes de sus locales. La implicación de los artistas en persona, en cambio, era un proceso que seguramente era más caro e inusual, por no decir que se solía dar en proyectos de interiorismo y mobiliario más amplios.
Aún en los años 50, el hotel Plaza de Cincinnati, un ejemplo de arquitectura futurista e innovadora con una terraza en forma de nave espacial, primero encarga murales a Joan Mirò para el interior de su terraza restaurante y, unos años después, a Saul Steinberg junto con algunas esculturas de Alexander Calder, creando un estilo muy distintivo en sus interiores.
La combinación de Mirò y Steinberg marca una transición en este tipo concreto de obras, ya que si el primero era un artista muy reconocido, al segundo se le consideraba un simple ilustrador que trabajaba sobre todo para periódicos, revistas y editoriales.
Unas décadas más adelante, el ritmo de grandes proyectos en los sectores hotelero y hostelero para ilustradores y pintores cayó en picado. Fue de nuevo un establecimiento de lujo el que dio la oportunidad de trabajar en la ambientación de un restaurante al que muchos dicen que es el ilustrador más importante de los últimos 50 años. El sitio era el Rio Casino de Las Vegas y, en concreto, su bufé Seafood, y el artista era Brad Holland.
Holland no traicionó su estilo y creo unos paneles surrealistas y grotescos que se colocaron en las paredes que había tras las mesas. El efecto era de extrañeza y garantizaba que el local era totalmente reconocible.
La explosión de la década de los 2000
En la década de los 2000, gracias a la evolución de los sistemas de impresión en PVC y a la expansión del arte callejero, las experiencias artísticas de este tipo se multiplican y se vuelven mucho más fáciles de llevar a cabo. Cada vez más sitios contratan a diseñadores e ilustradores para darle color y caracterizar sus paredes, menús y escaparates. La web hace posible poder difundir las imágenes del local por todo el mundo. De hecho, tenemos como ejemplo al restaurante tailandés de Nueva Zelanda Gogo Daddy, que cambió su imagen gracias al artista Egle Zvirblyte, un ilustrador lituano (!), dando toda una vuelta al mundo virtual.
También podemos viajar a Ciudad de México, ir a la pequeña marisquería Mariola y descubrir uno de los muchos ejemplos de ilustración adaptada a la imagen corporativa.
Si viajamos a los Alpes, podemos admirar el diseño que realizó la artista Marion Kamper para la marisquería Ungeheuer, para el que usó pincel y pintura.
En Países Bajos, en Maastricht, tenemos otro mural realizado a mano por el ilustrador Sjoerd Verbeek para el restaurante de pasta Bavet.
En cambio, las ilustraciones que decoran las paredes del Falafel Etc de Zagreb, realizadas por Robert Lucic, están impresas.
Los paneles realizados por la diseñadora de interiores Katerina Shahmanova para el restaurante Riviera de Bélgorod, en Rusia, son muy refinados y elegantes.
Como ya hemos visto, una de las soluciones más sencillas que muchos locales han adoptado es la de decorar sus paredes con grandes murales.
El artista callejero Wingchow para el Tiny Victory de Richmond.
El local Ciudad Grill de Seattle optó por soluciones ilustrativas bastante insólitas para atraer a un público joven, jugando con imágenes características basadas en el folclore y en leyendas tradicionales de la mano de la ilustradora Stacey Rozich. En este último caso, como en otros que hemos mencionado, es muy importante la combinación de la elegancia del estilo del interiorismo con una alta calidad en la oferta gastronómica.
¿Murales o vinilos decorativos para paredes?
Como hemos visto, muchos de estos ejemplos fueron realizados in situ por los artistas. Esto tiene muchas ventajas, como la de generar interés mientras que se realiza la obra, pero también tiene muchas desventajas: es difícil limpiar, es posible que la obra se dañe, no se puede mover o trasladar y es difícil reproducirla en otros productos.
La solución para aquellos que quieran utilizar las imágenes para toda su comunicación corporativa o que quieran que sus superficies se puedan limpiar con más facilidad son los vinilos de pared de PVC, que se pueden personalizar e imprimir en varios tamaños y que son muy fáciles de aplicar.
En cambio, aquellos que no necesiten decorar grandes espacios y prefieran tener paneles fáciles de quitar y mover, por ejemplo, haciendo una rotación de imágenes dentro del local, les recomendamos paneles en soportes rígidos, que se pueden colgar fácilmente de la pared.