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Aventuras a lo largo del río, catalogando nuevas especies de plantas
En junio de 1817, el entonces director del Real Jardín Botánico, Don Mariano Lagasca, recibía en el puerto de Cádiz un cargamento de 104 cajones que supondrían una de las mayores aportaciones a la divulgación científica de la historia. El tesoro, embalado con especial minuciosidad, estaba compuesto por semillas, resinas, minerales, dibujos de plantas y los manuscritos de José Celestino Mutis.
El sacerdote y botánico gaditano fue el impulsor de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, que abarcó unos 8.000 kilómetros cuadrados siguiendo el curso del río Magdalena, en Colombia, entre los años 1783 y 1816. El objetivo no era otro que hacer un inventario de la riqueza natural del país. Durante el viaje, se recogieron alrededor de 20.000 especies vegetales y se realizaron 6.000 ilustraciones de una calidad excepcional.
En 1954, España y Colombia llegaron a un acuerdo para publicar en 51 tomos las diferentes familias de plantas estudiadas en la expedición, muchos de los cuales se pueden consultar en formato digital.
Una mezcla de arte y ciencia, para ayudar a los científicos e investigadores
La ilustración científica es una disciplina a medio camino entre el arte y la ciencia que sirve para apoyar visualmente los trabajos de investigadores en áreas tan diversas como la botánica, la biología, la zoología, la astronomía, la geología o la arqueología, entre otras. Puede tratarse de un objeto, un proceso complejo, diagramas o cualquier otra información que requiera representación gráfica. En cualquier caso, este tipo de ilustración se basa en la rigurosidad y la precisión, y muchas veces es el único medio para comprender un concepto científico.
Uno de los máximos exponentes de esta disciplina es Carles Puche, dibujante autodidacta que nunca sale al campo sin una libreta y un lápiz. No solo ilustra con gran maestría especímenes de fauna y flora, sino que comparte sus conocimientos sobre la profesión en talleres de ilustración en instituciones y universidades. Además, ha participado como autor en numerosas exhibiciones, la más internacional de las cuales fue en el New York State Museum; tres de sus obras fueron seleccionadas para estar expuestas durante todo 2014.
La labor del ilustrador científico no solo consiste en reproducir de manera fidedigna una muestra. En ocasiones tiene que crear imágenes de situaciones inexistentes en la actualidad. ¿Cómo, si no, nos hubiéramos adentrado en el universo de los dinosaurios? En este sentido, Raúl Martín, considerado uno de los mejores paleoartistas del mundo, ha reconstruido el mundo sin hombres en el que estas criaturas camparon a sus anchas para revistas como Scientific American y National Geographic. Para conseguirlo, primero tiene que buscar todo tipo de información, desde el entorno en el que vivían los dinosaurios hasta el tipo de vegetación. A veces, incluso, la ausencia de datos es total.
A diferencia de la fotografía, que representa un momento puntual, la ilustración científica muestra todo un proceso. Por eso en el ámbito de la biología, por ejemplo, los dibujos resultan imprescindibles. María Lamprecht es, además de doctora en Microbiología, ilustradora freelance que plasma en imágenes conceptos científicos complejos como pueden ser la formación de las comunidades de bacterias o el origen de las células eucariotas con un estilo muy característico.
La ilustración científica es una disciplina que no solo traslada información a un público generalista, sino que también es útil para los propios científicos. Vanessa González Ortiz recibe, principalmente, encargos de profesores e investigadores para diseñar portadas de tesis, presentaciones en power point para congresos, pósters científicos, ilustraciones para libros, etc. Esta licenciada en Ciencias del Mar decidió convertirse en ilustradora científica mientras se doctoraba con una tesis sobre las praderas marinas, ya que se dio cuenta de que en ciencia se necesita mucho apoyo visual. En la actualidad, González también imparte cursos y charlas en universidades sobre cómo mejorar una investigación científica mediante el diseño gráfico.
¿Cómo se llega a ser un ilustrador científico?
La formación en esta disciplina, sin embargo, aun sigue siendo escasa en Europa. En Estados Unidos existe mayor tradición, con centros como el Departamento de Arte Aplicado a la Medicina, de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, que lleva más de 100 años formando a ilustradores médicos. El plan de estudios incluye asignaturas de ilustración, fotografía médica, modelado 3D, anatomía humana, etc.
En España, se puede encontrar formación específica sobre ilustración científica en la Fundación de Estudios Superiores de Olot (Girona), con el Posgrado en Ilustración Científica de Ciencias Naturales. Y también en la Universidad del País Vasco, en la que se imparte el Posgrado en Ilustración Científica. Medios como Principia, a la vez plataforma online y revista en papel sobre ciencia y literatura ilustradas, contribuyen a su difusión. Y también existe un certamen, Ilustra Ciencia, encargado de divulgar y premiar los mejores trabajos de ilustración científica y de naturaleza desde 2009.
En cuanto al futuro, si bien es cierto que las técnicas digitales están contribuyendo a mejorar las ilustraciones y a difundir el trabajo de estos profesionales, pocos pueden dedicarse exclusivamente a la ilustración científica. El motivo es que, inexplicablemente, cada vez se destinan menos fondos a este tipo de proyectos, que llevan siglos acercándonos a la ciencia de manera artística.