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«Puedes hacer una publicidad buena sin un buen carácter tipográfico, pero no puedes hacer una publicidad fantástica sin un buen carácter tipográfico».
Herb Lubalin, diseñador tipográfico
A los más grandes diseñadores gráficos del mundo, sobre todo los de generaciones pasadas, les encantaba encariñarse con unas pocas fuentes con las que estaban familiarizados, para luego usarlas en sus proyectos. No aspiraban a la variedad, sino que querían que el proyecto gráfico fuese fiable y estable.
Se centraban en el rigor de la forma y en la claridad de la información.
Además, como todavía no se usaban ordenadores para hacer diseño gráfico, las cuadrículas y los diseños eran mucho más rígidos y obligaban, a menos que se hiciesen experimentos artesanales, a una determinada composición que resultaba inadecuada para fuentes demasiado elaboradas.
«La tipografía es una arquitectura en dos dimensiones, basada en la experiencia y en la imaginación, y guiada por reglas y legibilidad».
Hermann Zapf, diseñador tipográfico
En nuestro viaje a través de las fuentes preferidas por los mejores diseñadores gráficos, no empezaremos, como muchos puedan imaginar, por la famosísima Helvética, emblema del diseño gráfico.
En su lugar, vamos a empezar por su «madre», una fuente diseñada muy bien a finales del siglo XIX y capaz de mantenerse joven y moderna incluso después de 150 años.
Akzidenz Grotesk
Se diseñó en 1896 y se implementó en la década de 1950. Es el padre de dos fuentes muy famosas: Helvética y Univers.
Usarla es una declaración de amor al diseño gráfico minimalista y a una estética racionalista y rigurosa.
Baskerville
Un clásico de la tipografía y una de las fuentes más bonitas que se hayan diseñado jamás. Su versión más antigua se remonta a mediados del siglo XVIII, reelaborada y convertida después en New Baskerville.
Es clásica, elegante y muy legible, hasta el punto de que a Times New Roman le cuesta salir airoso frente a esta fuente tan característica y bien diseñada.
Funciona bien en grande y en mayúscula para los títulos, y funciona muy bien también en tamaño pequeño para textos muy largos. Ejemplos de esta fuente se ven en los libros de la editorial Adelphi, que la usa desde hace años para dar «carácter» a su catálogo.
DIN 1451
Una de las fuentes preferidas cuando el diseño debe ser moderno y la fuente lineal pero funcional.
DIN nació como evolución de un carácter para las estaciones de tren de Prusia y se convirtió en un estándar en Alemania en 1936 para usarla por ley en muchas aplicaciones (como en las señales o en los números de las casas). Es evidente que tras ella siguen estando las ideas revolucionarias de la Bauhaus y no del régimen que está tomando el poder.
Todo diseñador, al menos una vez en la vida, la habrá usado.
Aquí puedes ver un ejemplo famoso: el álbum «Automatic for the people» de REM.
Fuente: designarchives.aiga.org
La fuente funciona tan bien que, en muchos países europeos, es la estándar para las señales de tráfico.
Pero la encontrarás en muchos packagings, sobre todo de productos que deben transmitir una estética industrial, como, por ejemplo, las pinturas.
Sabon
Es una de las obras maestras del gran diseñador gráfico Jan Tschichold. La desarrolló por encargo en 1966, derivándola de la famosísima Garamond (de la que hablaremos enseguida), logrando encontrar un destacado equilibrio entre elegancia, originalidad y legibilidad.
Diseñada para funcionar mejor con los textos de los libros, también se presta, como en los ejemplos siguientes, al diseño de logotipos importantes.
Garamond
No puede faltar en el porfolio de un buen diseñador gráfico una fuente clásica y funcional como Garamond, en cualquiera de sus versiones diseñadas por el mundo.
En Italia es sinónimo de cultura, ya que la mayoría de las editoriales la usan, desde Einaudi hasta Bompiani, desde Rizzoli hasta Guanda, entre otras muchas.
Una de sus versiones más famosas es la usada por Apple.
Se trata de un carácter versátil que encontrarás en un montón de aplicaciones distintas: es una de las fuentes con gracias que transmite más historia que ninguna y, en efecto, nació en 1500 para evolucionar y cambiar de forma varias veces.
Es preferible a la fuente Times New Roman y, en algunas versiones, incluye números y cursivas de una elegancia única.
Parecen pocos estos caracteres mencionados, pero, para un buen diseñador, podrían bastar. Como dijo Massimo Vignelli —famoso diseñador gráfico italiano que vive en Estados Unidos (¿te acuerdas del diseño del metro de Nueva York?)— en una entrevista de hace unos años (fuente https://bigthink.com/):
«Siendo muy generoso, no existen más de una docena de caracteres realmente bonitos. En realidad, no he usado más de tres o cuatro en toda mi vida…».