En el universo de Felix Semper, las cosas no son lo que parecen. A primera vista, fácilmente podríamos pensar que sus esculturas están hechas de materiales como la piedra, el yeso o la madera. Y no es hasta que el artista las despliega como si fueran un acordeón cuando nos percatamos de que en realidad están compuestas por miles de hojas de papel. De ahí que con frecuencia se diga que ha redefinido el concepto de escultura tal y como lo conocíamos.
“Para mí, una escultura no es algo estático ni aburrido, sino algo que está vivo, en movimiento”, nos cuenta Semper de visita en Barcelona.
Por increíble que parezca, y a pesar de su pasión por el arte desde que era un crío, este maestro del papel nacido en Cuba pero criado en España y Miami -y asentado, desde hace 18 años, en Carolina del Norte- nunca había hecho de él una profesión hasta hace apenas cinco años. Después de trabajar en una imprenta y, posteriormente, emprender un negocio de construcción de casas, llegó la crisis en 2008. Los bancos no le querían financiar, y las deudas se fueron acumulando, así que no le quedó más remedio que declararse en bancarrota.
“Ahí fue cuando empecé a pensar qué hacía con mi vida, porque tenía una familia que mantener”, recuerda.
En un primer momento, empezó a dibujar como vía de escape: “Dibujando me sumergía en un mundo de fantasía en el que yo podía escapar de la vida real”. Pero el impulso definitivo llegó un día de nieve intensa, cuando Semper, aburrido de estar en casa, salió al exterior para hacer un muñeco como los que había visto en las películas. El resultado fue tan impresionante, que se dijo a sí mismo que tenía que potenciar su talento natural.
“Empecé a tomar clases de escultura los fines de semana, pero yo veía que, con la edad que tenía, si quería impresionar tenía que hacer algo distinto”.
Después de mucho experimentar, y gracias a su paso por la imprenta, se le ocurrió pegar un papel encima de otro para formar un bloque. Después lo talló, y poco a poco fue descubriendo que podía moverlo. Así fue como nació Read Head, un busto lleno de tatuajes y con un puro en la boca al que se le puede abrir la cabeza. Para completar el experimento, Semper se lo llevó a las calles de Nueva York, donde la gente rápidamente sacaba sus teléfonos móviles para capturar el momento y difundirlo por las redes sociales. El fenómeno no tardó en hacerse viral.
Desde entonces, el artista cubano ha hecho cientos de esculturas elásticas, entre las que destacan los bustos de los cantantes The Notorious B.I.G. y Bob Marley, los artistas Frida Kahlo, Andy Warhol y Jean-Michel Basquiat, el escritor Ernest Hemingway y la Daphne mitológica. Para las esculturas de los pintores Picasso y Van Gogh y la actriz y cantante Marilyn Monroe utilizó biografías apiladas de los propios personajes, mientras que para el cantante Jimi Hendrix, discos de vinilo.
Sus esculturas son tan reales que se le podría pegar un mordisco a sus hamburguesas, pasteles, pizzas, cereales y patatas fritas, o beberse un trago de refresco de cola. Algunas de sus obras más populares, valoradas en miles de dólares, también incluyen zapatillas deportivas, que se parecen tanto a las de verdad que, en otro de sus experimentos sociológicos en la calle, hubo incluso quien se las quiso comprar.
Detrás de estas impresionantes y divertidas obras de arte para clientes tanto particulares como empresas se esconde una complicada técnica. Primero, se pegan las hojas, una a una, como si fueran un acordeón. En el caso de los bustos, son 7.000, por lo que el proceso puede demorarse más de un mes -ahora Semper cuenta con una empresa que le ayuda en esta parte. Una vez está formado el bloque, se esculpe como si fuera una escultura de yeso, por ejemplo, con lijas y cuchillas, entre otras herramientas. Y finalmente se pinta.
“No hay leyes. Y eso fue una cosa muy importante para mí como artista”, explica.
Preguntado por su próximo proyecto, Semper no vacila ni un momento: “Quiero hacer una pintura que se cuelgue en la pared y la pueda mover por control remoto”. Y es que su mente siempre está maquinando nuevas formas de expresión. “Constantemente veo cosas a mi alrededor que podrían ser una escultura. Hay veces que me entran tantas ideas que se me olvidan”, dice riendo.