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Es una de las manzanas más famosas del mundo, solo superada por la de Adán y Eva. El logo de la empresa fundada en 1976 por Steve Wozniak, Steve Jobs y Ronald Wayne es sencillo, fácil de entender, reconocer y recordar. Es uno con el nombre de la marca: exactamente lo que quería Steve Jobs.
En este artículo recorremos los orígenes y la evolución de uno de los logos más icónicos de la historia.
La manzana de Apple: la elección del nombre
En torno al nombre de Apple circulan varias historias, algunas están inspiradas en la realidad, otras están teñidas de leyenda. Steve Jobs aclaró el origen del nombre en una rueda de prensa en 1981: «Me encantan las manzanas y me gusta comerlas. Pero la idea principal de Apple es acercar la simplicidad al público de una forma sofisticada. Y eso es todo, nada más».
Según la biografía de Steve Jobs escrita por Walter Isaacson, el fundador propuso el nombre a Steve Wozniak durante una época en la que seguía una dieta frugívora, tras una visita a un huerto de manzanos. Steve Jobs pensó que «Apple» podría ser un nombre «divertido, animado y nada intimidante», capaz por tanto de acercar a la gente al mundo de la informática sin que se sientan intimidadas. Un nombre que puede afianzarse en el mercado.
El primer logo de Apple: Newton y la manzana
El primer logo de Apple es, para ser honesto, todo menos simple. Diseñado en 1976 por el cofundador Ronald Wayne, es un logo con muchos detalles, muy complejo y didáctico. La imagen muestra a Isaac Newton, el hombre que revolucionó la ciencia, sentado bajo un manzano mientras lee un libro. El científico es retratado justo en el momento en que una manzana está a punto de caer sobre su cabeza (de este episodio se originan los descubrimientos sobre la gravedad).
El logo muestra, además del nombre de la empresa, un marco con la cita del poeta romántico inglés William Wordsworth: «Newton… A mind forever voyaging through strange seas of thought… alone» (Newton… una mente siempre viajando a través de los extraños mares del conocimiento… solo). Un pasaje que resume bien la visión de una nueva empresa que ya pretendía revolucionar todo un sector.
Precisamente por su excesiva complejidad, el primer logo no duró mucho. Para Steve Jobs era poco actual, demasiado complejo y difícil de reproducir en un formato pequeño. Necesitaban una imagen más simple y más afín al nombre de la empresa. El nombre y el logo, según Steve Jobs, debían ser uno.
El logo arcoíris de Apple, la celebración de la creatividad
En 1977, cuando la empresa aún estaba en su fase inicial, Steve Jobs pidió al diseñador Rob Janoff, experto en logotipos corporativos, que rediseñara la imagen de la marca desde cero: quería un logo que resaltara la importancia del diseño (un elemento que siempre ha sido distintivo de Apple) y que se basara en el nombre.
La decisión de confiar el rediseño a Rob Janoff no podría haber sido más acertada: el diseñador es un gran partidario de la sencillez y prefiere los logos en positivo y negativo, aquellos en los que hay algo que revelar.
¿El resultado?
Una manzana arcoíris bidimensional. Una imagen moderna, inmediata y fácil de usar. Pero, sobre todo, un logo que nos habla de la fascinación de Steve Jobs por el esqueumorfismo: la representación simplificada de elementos del mundo real que se presentan de una forma tan simple que resulta inmediatamente reconocible.
Steve Jobs recibió dos versiones del logo de Rob Janoff, una con el mordisco y la otra sin él. La elección recayó en la primera por una razón muy sencilla: evitar que la manzana se confundiera con una cereza o un tomate. El bocado, por tanto, no hace referencia a la manzana milenaria de Adán y Eva, como podría pensarse, sino que es un detalle de diseño exquisitamente visual para explicar la imagen.
Los colores, además de «humanizar» y hacer más cautivador el logo, rinden homenaje al primer ordenador del mundo con pantalla en color: el Apple II. Sin embargo, tras una inspección más cercana, el espectro de colores no sigue el orden del arcoíris: Jobs quería el verde en la parte superior «porque ahí es donde está la hoja». «La anarquía cromática» también celebra el poder de la innovación, que rompe las reglas para generar algo nuevo. Algo creativo y revolucionario.
Cuando se le pregunta cómo se diseñó el logo, Rob Janoff responde: «Fue muy sencillo. Compré un montón de manzanas, las puse en un bol y las dibujé durante aproximadamente una semana para simplificar la forma».
El logo diseñado «con sencillez» era tan perfecto que permaneció inalterado durante 22 años. La única pega: los colores eran difíciles de imprimir y además bastante caros.
Del logo multicolor al de hoy
El año 1997, cuando Steve Jobs regresó a Apple (después de haber sido despedido en 1985 tras un conflicto con la dirección), fue un momento muy difícil para la empresa: estaba al borde de la quiebra. Fueron varios los retos que tuvo que afrontar el emprendedor y, entre estos, se encuentra la renovación de la imagen de la empresa. De esta forma, en 1998, el logo también se modificó ligeramente, abandonando su apariencia de arcoíris para pasar a ser de un azul translúcido con aspecto vidrioso (en la línea de los nuevos iMacs).
En los mismos años también se introdujeron las 3 principales variaciones de color en las que todavía aparece hoy: plata, blanco y negro.
El diseño es plano, moderno, minimalista y elegante, en perfecta armonía con las líneas esenciales de los productos de la empresa.
El logo de Apple, al igual que el logo de Nike, nos recuerda el poder de la simplicidad en el diseño. La lección es siempre la misma: menos es más.