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¿Qué objeto tiene todo el mundo tiene en casa y mira prácticamente a diario?
O sea, ¿además de la televisión?
Vale… ¿sin contar tampoco el móvil?
No necesita electricidad, hace ruido si tienes la ventana abierta y nos recuerda lo que tenemos que hacer. Nos ayuda en el día a día y, aunque no habla, sabe hacerse ver. También nos ayuda en el trabajo, ya que nos recuerda nuestras citas y los merecidos días de vacaciones.
No cuesta mucho dinero y no es un mayordomo ni tampoco una secretaria.
¿Os rendís?
¡Es un calendario! Sí, lo sé, aparece escrito en el título…
Curiosidades sobre los calendarios impresos, usos y por qué resisten a los digitales
La idea de medir el tiempo y de poder visualizar su paso, día a día, se remonta a la antigüedad. Las civilizaciones del pasado adoptaron distintos métodos para poder ser conscientes del momento del año en el que estaban. Las fases lunares, la distancia del Sol a la Tierra y, por tanto, las estaciones se repetían año tras año y el calendario se erigió como el instrumento que servía para orientarse por los ciclos de la naturaleza y que permitía, por ejemplo, una cierta planificación en la agricultura.
Asimismo, el calendario como objeto físico es tan antiguo como las primeras civilizaciones: con el paso de los siglos y los milenios, ha pasado de ser una herramienta utilizada por astrónomos y sacerdotes a ser un objeto utilizado por todos.
Se puede consultar en la pantalla del móvil, pero también en los apartamentos, en los estudios profesionales, en las tiendas, en las empresas, en las iglesias, en los colegios, en los ministerios, en los talleres mecánicos, en los conventos… En resumen, ¡en cualquier sitio!
El calendario sirve para saber cada día en qué fecha estamos.
A pesar de la avalancha de la tecnología digital, el calendario de papel sigue resistiendo y continúa siendo un elemento insustituible, ya sea en el trabajo o en las tareas domésticas. De hecho, se ve muy lejano el día en que deje de utilizarse (e improbable, por ahora).
En todos los posibles formatos que tiene, el calendario sigue siendo una herramienta muy útil.
¡Cada uno con su propio… calendario!
Los hay de un montón de tipos en el mercado, pero ¿por qué no desmarcarse de los demás e intentar crearte el tuyo propio?
Para un creativo, una empresa o una organización, el calendario es una herramienta promocional única y con muchas ventajas: puede representarnos y hacer que los clientes se acuerden, durante todo un año, de quiénes somos y cómo trabajamos. No existe ningún objeto promocional que esté a la vista de los clientes tan a menudo y durante tanto tiempo.
Desde el punto de vista del marketing, el calendario cumple con dos aspectos esenciales: es útil y es bonito. El calendario combina lo práctica que resulta su función con lo bello de su forma, siempre y cuando se invierta en su diseño, obviamente.
De hecho, el factor clave de todos los calendarios es precisamente el diseño, es lo que marca la diferencia.
Puede cumplir estupendamente con su función incluso con una sencilla cuadrícula sobre fondo blanco: la diferencia la marcan las imágenes y las particularidades concretas del objeto en sí (es decir, el packaging, los troqueles, la forma particular que tenga, etc.).
En este artículo, nos vamos a centrar en los calendarios de pared más sencillos y que están al alcance de cualquiera, con el objetivo de comprender lo fundamental que puede resultar un calendario para la promoción de cualquier actividad.
El calendario como herramienta de promoción
¿Algúna vez habéis pensado en hacerle un regalo de fin de año a vuestros clientes o contactos? Si trabajáis en una empresa, probablemente sí, y ya con el otoño a la vuelta de la esquina, lo estaréis preparando.
Los calendarios son un regalo muy agradecido y que se suelen enviar durante la Navidad, por lo que se refuerza la idea que queda en el destinatario de que te importa en un periodo festivo.
¿A quién no le gusta recibir un regalo?
Los bancos siempre lo han sabido y a menudo regalan calendarios. ¿Y qué decir de vuestro farmacéutico? ¿O del mecánico? ¿Cuántos calendarios blancos de los que se arrancan las páginas habéis recibido y utilizado?
Seguro que más de los que conseguís recordar.
Intetad imaginar qué sucede cuando se regala un calendario bien diseñado, lleno de imágenes fantásticas.
Un buen ejemplo es el Banco de San Marino que, durante los últimos años, ha confiado sus calendarios a artistas contrastados, entre los que se encuentra Lorenzo Mattotti, para crear las imágenes de sus calendarios.
¿Cómo se hace un calendario?
Desde un punto de vista estrictamente técnico, el calendario es un objeto tipográfico muy sencillo: se compone de folios sueltos, a veces impresos a dos caras, encuadernados con una espiral (que tiene una forma concreta para que pueda colgarse en la pared), o bien puestos juntos y perforados (siempre de forma que la alcayata pueda sostenerlo cuando se cuelgue en la pared). Puede estar compuesto de varias páginas, una por mes, o bien de una sola hoja en la que aparezcan todos los meses del año.
Su aparente sencillez es una trampa en la que caen muchos. De hecho, intentando ponerlo más bonito, muchos suelen hacer que sea más complejo y, por tanto, más confuso.
(Aunque esto no es un blog personal, me resulta difícil mostrar calendarios que sean realmente feos, pero creo que todos tenemos en mente de lo que hablamos…).
El tema es que un calendario funciona bien cuando su sencillez es extrema.
Siempre hay que saber, sin ningún ápice de duda, qué día es hoy.
Uno de los primeros en demostrarlo fue el gran Massimo Vignelli, uno de los diseñadores más conocidos y de renombre del mundo: fue él el que diseñó dos de los calendarios más famosos de todos los tiempos, utilizando solo la fuente Helvetica, papel blanco y tinta negra.
Son los calendarios perpetuos de la empresa NAVA y el calendario de pared Stendig, que está expuesto en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (el MOMA).
El calendario como objeto «de culto»: ejemplos en los que inspirarse
El calendario puede ser un objeto de culto, muy codiciado y deseado.
Es el caso del gran éxito que siempre ha tenido el Calendario Pirelli, que en inglés lo definen como «The Cal», es decir «EL» calendario.
Como se ve en la imagen, la fascinación que provoca el producto es fruto de las fotos, en las que aparecen modelos o actrices famosas, fotografiadas por los mejores fotógrafos del momento (incluso maestros como Helmut Newton y Karl Lagerfeld han participado).
El calendario Pirelli
La parte gráfica es muy simple porque tiene que cumplir con su función informativa de forma clara, rápida y sin generar dudas. Lo que le da valor al objeto son las fotografías, el tipo de papel y la calidad de la impresión. Otras grandes empresas, como Eni o Campari, también han producido unos calendarios preciosos que han conseguido que se conviertan en un producto estiloso y de moda, muy ligado a las campañas publicitarias.
Como solo se envía el calendario a los mejores clientes, a las personas influyentes y a los periódicos justos, ha pasado a ser un objeto de deseo. No existe ninguna otra forma de recibirlo: solo si eres una de esas personas importantes para la empresa. Esta exclusividad lo que hace es alimentar un mercado alternativo de personas que están fuera de ese círculo y que desean entrar, lo que lo convierte en un objeto de culto.
El calendario de Internazionale
Un gran ejemplo de éxito en el mundo de la edición italiana es el del calendario de la revista Internazionale, inspirado en el formato cuadrado y con encuadernación perforada del calendario de la famosa revista de opinión «New Yorker».
Cada año, Internazionale le encarga a un ilustrador distinto las tablas que acompañan a los meses (ZeroCalcare, Gipi, Franco Matticchio, entre otros muchos). Los lectores lo cuelgan en sus casas con orgullo, sintiéndose parte de un exclusivo club de personas informadas y sensibles a ciertos temas.
El calendario de L’Erbolario
Otro calendario de referencia de los que se regalan en Italia es el de L’Erbolario, una empresa que utiliza desde siempre ilustraciones relacionadas con la naturaleza, hechas en acuarela, de exquisita factura y coherentes con la identidad de marca de la empresa lombarda.
En este caso, el calendario desempeña una función decorativa y es muy codiciado, en vista de la belleza de las imágenes.
Consejos para hacer un calendario
¿Qué enseñanzas podemos extraer de estos ejemplos?
- El calendario es una herramienta importante para cualquier actividad. No debemos pensar que solo vale para marcas de lujo o de moda, si no que vale para cualquier sector, como el de la industria pesada, que cuenta con sujetos que son fascinantes de fotografiar.
- El calendario es una herramienta para contar historias: se puede contar una a través de la sucesión de meses (la de la empresa, por ejemplo).
- El calendario debe tener un diseño claro: es aconsejable usar una buena fuente e imágenes bonitas, ya sean fotografías o ilustraciones.
- El calendario debe tener un tema que haga de hilo conductor del proyecto y que relacione entre sí las distintas imágenes que se utilicen.
- El calendario es un objeto que se va a ver todos los días del año: tiene que tener un cierto encanto y generar interés a largo plazo. Se puede jugar con imágenes simples que no cansen y que sirvan de decoración, o bien apostar por imágenes complejas que tengan un mayor grado de interés.
- El calendario requiere una edición minuciosa: equivocarse con el color de un domingo o con los días del mes puede provocar un desastre para el usuario (por ejemplo, hacer que se pierda una cita importante).
En conclusión, el calendario se debe diseñar y preparar de forma adecuada. Si se realiza con mimo, esta herramienta tipográfica con encanto vintage podrá daros muchas satisfacciones.
¡Empezad a pensar y diseñar los calendarios del año que viene, que ya llega el invierno!
¡Manos a la obra!