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La vida y obra de Alberto Breccia, considerado uno de los exponentes más importantes de la historieta argentina y el verdadero maestro del cómic en blanco y negro.
Resumen
- Maestros del cómic: Alberto Breccia
- El debut y el difícil trabajo como dibujante de cómics
- El encuentro con Oesterheld: Mort Cinder, Vida del Che y El Eternauta
- Los años 70 y 80 del siglo XX: la colaboración con Trillo y Perramus
- El legado de Alberto Breccia
Alberto Breccia nació en Montevideo, Uruguay, el 15 de abril de 1919 y es considerado uno de los mayores maestros del cómic. Ha inspirado y sigue inspirando a cientos de autores con sus obras expresionistas, el excepcional uso del blanco y negro, los experimentos con herramientas no convencionales y la capacidad innata de abarcar diferentes géneros y estilos.
Para contar su vida y su obra es necesario conocer el contexto político de Argentina a partir de los años 30 del siglo XX, que tuvo un impacto fundamental en las historias dibujadas por el maestro y por los autores y guionistas con quienes colaboró.
En 1930 Argentina experimentó un violento golpe de estado militar, que condujo hasta principios de la década de 1980 a una sucesión de gobiernos dictatoriales y nuevos trastornos del orden social. Los derechos y la constitución prácticamente fueron despojados: cualquiera podía ser considerado un oponente político en cualquier momento (e incluso ser enviado en secreto a la muerte). Es en este contexto en el que Breccia trabaja muchos de los años de su extraordinaria carrera.
El debut y el difícil trabajo como dibujante de cómics
Alberto Breccia vivió en Buenos Aires con su familia desde los 3 años. Comenzó a publicar a los 17 años: en ese momento trabajaba como almacenista en una empresa que se ocupaba de la refrigeración de carne. Sus primeros trabajos fueron tiras cortas para periódicos y revistas como Tit-Bits, El Gorrión y Ra-Ta-Plan, en las que dibuja historias de terror y ciencia ficción, así como adaptaciones a cómic de los cuentos de Edgar Allan Poe.
«Empecé a dibujar para escapar del terrible trabajo que tenía que hacer para ganarme la vida. La remuneración que recibí por estos cómics fue muy baja. ¡Creo que gané lo suficiente para comprar un pañuelo para secarme las lágrimas!», dijo el autor en un documental dedicado a él.
No obstante, el trabajo realizado para estas revistas lo llevó en 1945 a convertirse en dibujante de historietas para la revista Patoruzito, dibujando primero la historia larga de Jean de la Martinica y luego Vito Nervio, una especie de James Bond argentino. El mismo año también se convirtió en padre de su primer hijo, Enrique Breccia, quien seguiría los pasos de su padre y con quien colaboraría en diversas obras.
Durante los siguientes diez años, el estilo de Breccia continuó definiéndose cada vez más y mostró claras influencias de artistas estadounidenses como Alex Raymond, Milton Caniff y Burne Hogarth. Sin embargo, su trazo poco a poco va ganando carácter, virando cada vez más hacia tonos expresionistas: Breccia inicia su largo camino hacia una mayor experimentación gráfica y narrativa.
El encuentro con Oesterheld: Mort Cinder, Vida del Che y El Eternauta
Además de ilustrar diversos libros infantiles, Breccia también se abrió al mercado europeo. Fundamental para él fue el encuentro con Hugo Pratt, dibujante de cómics reconocido en todo el mundo gracias al éxito de Corto Maltés.
Pratt tiene una gran influencia en el cambio de la forma de trabajar de Breccia: «Estábamos paseando por Palermo, hablando de nuestro trabajo y Pratt me dijo: “Estás produciendo m*erda y no te mereces esto”. Me enfadé y casi decidí dejar de dibujar. No hablé con él durante mucho tiempo, pero poco a poco me fui dando cuenta de que tenía razón», declaró el autor argentino (las mejoras posteriores están a la vista de todos).
En 1950 Alberto Breccia conoció, también gracias a Pratt, al escritor y activista político Héctor Germán Oesterheld. Ambos estaban claramente descontentos con la banalidad de los temas tratados en las páginas de las revistas populares en las que publicaban sus trabajos. El cómic, o la historieta, como también se lo conoce, tiene todo el potencial para abordar temas de mayor profundidad. Por ello, Oesterheld fundó Frontera Editorial, su propia editorial.
Una de las publicaciones más seminales e importantes de esta editorial es la revista Hora Cero, en la que se publicó Sherlock Time, protagonizada por un detective y viajero interestelar. Breccia dibuja esta historia de ciencia ficción y ya podemos ver una evolución de su trazo y del blanco y negro, con grandes fondos rellenados y el hábil uso del blanco para transmitir la luz.
Sin duda, una gran influencia viene dada por la Argentina dictatorial en la que están inmersos los autores: existe la amenaza constante de ser tildados de subversivos, por lo que todos los relatos de Oesterheld y los dibujos de Breccia hacen referencias al poder y al orden social en forma de metáfora o alegoría. Esto permite que las historias tengan varios niveles de significado, enriquecidos por los dibujos «lunares» de Breccia.
Después de abandonar Argentina y publicar para Fleetway Publications en Inglaterra, Breccia se vio obligado a regresar a su tierra natal debido a la grave enfermedad de su esposa en 1961. Mientras su amada moría lentamente en la habitación contigua, el maestro argentino dibujó la serie Mort Cinder, también escrita por Oesterheld, publicada después en 1962 en la revista Misterix.
Mort Cinder consta de diez ciclos de historias publicadas a lo largo de dos años. Cuenta con Mort Cinder como protagonista, un personaje prácticamente inmortal, o mejor dicho, que muere y resucita siempre. Un explorador del espacio-tiempo que puede vivir en múltiples lugares y épocas, desde la Torre de Babel hasta la batalla de las Termópilas, pasando por la Primera Guerra Mundial. El protagonista está condenado al sufrimiento eterno, lo que le permite tomar parte en diferentes momentos históricos y contar la versión de los hechos de quienes están presentes. Cinder está acompañado por su compañero y anticuario Ezra Winston, quien adopta la apariencia de Breccia.
De esta manera, los autores nos muestran cómo la Historia, con «H» mayúscula, se puede contar de una manera no cronológica y poco convencional, «desmontándola» literalmente. La influencia de Jorge Luis Borges es evidente, con episodios presentados como un fragmento de la Historia vivida de primera mano por los protagonistas.
En Mort Cinder, el dibujo de Alberto Breccia vuelve a evolucionar: crecen los efectos de luz que dramatizan la historia, al igual que el uso de nuevos enfoques en la composición de la página y la secuencia visual. Las sombras se vuelven más dramáticas y el autor también experimenta con nuevas técnicas gráficas, utilizando por ejemplo cuchillas de afeitar para resaltar los blancos de las zonas negras del dibujo.
En 1966 se dedicó también a la docencia, fundando junto con Hugo Pratt y Arturo del Castillo la Escuela Panamericana de Arte, la primera en Argentina que enseña no solo historietas, sino también diversas artes creativas.
Breccia volvió a trabajar en 1968 con Osterheld, dibujando Vida del Che —por primera vez junto con su hijo Enrique Breccia—, un cómic que narra la vida del revolucionario Ernesto Guevara.
Esta obra iba a ser la primera de una serie de biografías protagonizadas por personajes destacados de la historia de América del Sur. En realidad solo se produjo una posterior, dedicada a Eva «Evita» Perón (en 1970), porque este proyecto, debido a la dictadura en Argentina, tuvo consecuencias dramáticas.
Oesterheld y Breccia quisieron contar la vida de un personaje que era visto como un símbolo de esperanza y liberación para América Latina, lo que se traduce casi en una obra periodística. El trazo de los Breccia en este caso es más descriptivo, con las planchas a menudo divididas en tres grandes viñetas horizontales.
En 1969 se estrenó también la obra maestra absoluta del dúo Osterheld-Breccia: El Eternauta, o «el que viaja por la eternidad». Se trata de un cómic de ciencia ficción publicado inicialmente en 1957 en la revista Hora Cero y diseñado por Francisco Solano López. Cosechó un gran éxito. La historia se centra en una invasión de extraterrestres y en gente corriente que intenta sobrevivir a una nieve que cae del cielo, utilizada por los invasores como arma de exterminio. También habla de la contraofensiva armada del ejército.
Sin embargo, Oesterheld no quedó satisfecho con el estilo y la manera tan didáctica de narrar de López y reescribió la obra en 1969 con referencias mucho más evidentes a la dictadura argentina y la situación geopolítica de Sudamérica en ese momento.
Si la primera versión de El Eternauta de 1957 fue escrita en el momento del derrocamiento del régimen de Perón con un golpe de estado militar, la nueva versión dibujada por Breccia también se ve como una anticipación del golpe argentino de 1976 de Jorge Videla, que llevó al momento culminante de la llamada «guerra sucia» y a la triste historia de los desaparecidos.
El Eternauta de Osterheld-Breccia llega en un momento en el que el guionista está cada vez más cerca de los militantes de izquierda: es mucho más oscuro y cuenta la historia de los habitantes de la Tierra que crean verdaderos grupos de resistencia para luchar contra la amenaza alienígena.
Cambian completamente la atmósfera de la historia y, aunque esta nueva versión no logra el éxito de público esperado, sigue siendo uno de los puntos altos de la producción de Breccia.
Che y El Eternauta siguen siendo dos etapas muy importantes en la conciencia política de Osterheld, que lamentablemente fue detenido y asesinado en secreto junto con toda su familia: es uno de los miles de desaparecidos de ese período negro de la historia argentina.
Además, Che queda prohibido por el régimen: Alberto Breccia decide entonces ocultar las copias y los borradores que posee y los entierra en el jardín de su casa.
Los años 70 y 80 del siglo XX: la colaboración con Trillo y Perramus
Alberto Breccia siguió trabajando, creando diversas obras para el mercado italiano. Desde las publicaciones en Corriere dei Piccoli y Corrier Boy, pasando por la serie Squadra Zenith en Corriere dei Ragazzi.
Continuó con su experimentación gráfica en el ciclo de Los mitos de Cthulhu, adaptando al cómic las obras de Lovecraft: aquí vemos también el uso de tinta diluida.
En 1974 inició su colaboración con el guionista Carlos Trillo, de quien nacieron auténticas obras maestras como Nadie, Los ojos y la mente y Había otra vez… El lado oscuro de los cuentos infantiles, en las que el estilo grotesco estalla dentro de magníficas planchas.
Sin embargo, uno de los puntos culminantes de la producción de Breccia llegó en 1985 con Perramus, que fue tan importante que mereció un premio de Amnistía Internacional. Se trata de un cómic lleno de alegorías, de 700 páginas, que habla de un hombre que vive bajo una violenta dictadura y cuyo trabajo es deshacerse de los cuerpos de los desaparecidos. La historia narra su huida y sus aventuras hacia la libertad: los protagonistas, personajes ficticios, también conocen a personajes reales como Jorge Luis Borges, con quien compartirán este desastroso viaje.
El legado de Alberto Breccia
Alberto Breccia es la quintaesencia del apelativo «maestro del cómic». A través de su habilidad para entrelazar la oscuridad y la luz, lo real y lo irreal, Breccia ha abierto las puertas de una creatividad ilimitada, demostrando que los límites de lo posible siempre pueden dar un paso más.
Su trazo, ya sea con pincel, plumilla, utilizando cuchillas de afeitar, esponjas o diluyendo la tinta, transforma las planchas del cómic en verdaderos cuadros llenos de emociones y tensiones. Su estilo ha influido y seguirá influyendo no solo en el mundo del cómic, sino en el del arte en general.
Por lo tanto, su legado sigue vivo en las decenas de artistas consagrados que se inspiran en su obra, además de en las miles de páginas que ha dibujado y pintado con maestría, que seguirán siendo patrimonio de la humanidad y una advertencia a todas las formas dictatoriales que reprimen la libertad individual.