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Algunos llenan los libros de historia contemporánea —CIA, KGB, NASA, Brexit—, otros los encontramos, cada día, en nuestra vida: AEAT, SIM, Ikea (sí, ¡también Ikea!). Son los acrónimos, abreviaturas particulares que se leen como si fueran una única palabra. Nombres que quedan tan bien grabados en la mente que entran por derecho propio en nuestro diccionario cotidiano… hasta tal punto que, a menudo, nos olvidamos de que su origen es una sigla.
Generalmente los acrónimos están formados por la secuencia de una o más letras de las palabras de una frase o de una denominación. Por ejemplo, NASA es el acrónimo de «National Aeronautics and Space Administration» y Brexit es el acrónimo de «Britain» y «exit» e indica la salida del Reino Unido de la Unión Europea —es decir, la UE.
Pero, ¿cómo nacen los acrónimos? ¿Y cuáles son los más famosos? Vamos a realizar un viaje por el mundo de estas particulares abreviaturas: desde los más antiguos hasta los del siglo XX y el XXI, pasando por insospechadas palabras que nunca pensarías que son acrónimos. Y, sí, ¡también te explicaremos el acrónimo «Ikea»!
Acrónimos históricos
¿Cuándo nacen los acrónimos? Debes saber, desde este preciso momento, que no hay forma de responder a esta pregunta. Sin duda, hay ejemplos de acrónimos antiguos que se remontan a los primeros siglos después de Cristo, pero lo único seguro es que se deberá esperar hasta el siglo XX para que los acrónimos se conviertan en un método común de formar nuevas palabras. Basta señalar que la propia palabra «acrónimo» nace solo en torno a 1950.
Entre los acrónimos más antiguos que conocemos hay dos que tienen que ver con el cristianismo. Son ΙΧΘΥΣ e INRI. ΙΧΘΥΣ significa «pez» en griego y es el acrónimo utilizado por los primeros cristianos para indicar a Jesucristo —las iniciales corresponden a la frase «Jesucristo Hijo de Dios Salvador». Dicho acrónimo se encuentra escrito dentro de líneas que recuerdan precisamente la forma de un pez y es uno de los símbolos cristianos más antiguos llegados hasta nuestros días. INRI, por su parte, es el acrónimo presente en la cruz donde se crucificó a Jesús y está formado por las iniciales de la frase latina «Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum», en español «Jesús de Nazaret, rey de los judíos».
También los antiguos romanos usaban muchas abreviaturas en sus monedas —la más famosa es S.P.Q.R (Senatus Populusque Romanus)— pero en este caso no se puede hablar propiamente de acrónimos sino más bien de siglas, ya que se trata de abreviaturas que no se pueden leer como una sola palabra sino como un conjunto de letras (por ese mismo motivo FBI, técnicamente, no es un acrónimo, sino una sigla).
Dando un salto adelante en el tiempo nos encontramos con un curioso ejemplo de acrónimo inverso, es decir, una palabra existente usada como abreviatura de una frase creada ad hoc. Estamos en pleno siglo XIX y en las paredes públicas de Milán y Venecia empieza a aparecer cada vez más a menudo la frase «Viva Verdi». Lo que parecía ser un homenaje al gran compositor era en realidad un himno a la unificación italiana y a la patria: «Viva Vittorio Emanuele re d’Italia».
Ya en el siglo XX podemos citar dos acrónimos tristemente famosos: Gestapo y Gulag. El primero se forma con «Geheime Staatspolizei»: la policía secreta de la Alemania nazi. Gulag —los campos de trabajo y de represión soviéticos— es, por su parte, el acrónimo de «Glavnoe upravlenie lagerej» (en español: dirección general de los campos de trabajo).
Acrónimos que no parecen serlo
Y ahora, llegamos a la actualidad y a acrónimos tan logrados que nos hacen olvidar que proceden de abreviaturas.
Desvelamos ya que Ikea es el acrónimo de «Ingvar Kamprad» —el nombre de su fundador— y de «Elmtaryd e Agunnaryd», la finca y el pueblo donde nació. También las famosas grageas de chocolate de colores m&m’s deben su nombre a sus inventores: se trata, de hecho, del acrónimo de los apellidos «Mars & Murrie’s».
Continuando con el tema de las marcas, también Yahoo! —uno de los primeros buscadores web— es un acrónimo (inverso). Y, en concreto, corresponde a «Yet Another Hierarchical Officious Oracle» (en español: otro nuevo y oficioso oráculo jerárquico). La palabra «Yahoo» en inglés tiene, por su parte, el significado de rudo, bestia, palurdo. Los dos creadores tenían sentido del humor visto que el nombre que inicialmente habían elegido era «Jerry and David’s Guide to the World Wide Web» —en español: la guía de Jerry y David para la Red Informática Mundial.
La revista TIME, por su parte, toma su nombre de la definición «The International Magazine of Events» (es decir, «Revista internacional de eventos»), mientras el nombre de la empresa automovilística smart es la abreviatura de «Swatch Mercedes ART». La idea de la marca es de Nicolas Hayek, el creador de los relojes Swatch, que —tras diversas peregrinaciones— encuentra en Mercedes Benz al socio perfecto para su nuevo producto.
Hay, finalmente, palabras que ya han entrado en el lenguaje cotidiano hasta tal punto que ya ni se escriben con mayúscula: como esmog (smoke + fog), motel (motor + hotel), láser (light amplification by stimulated emission of radiation), radar (radio detection and ranging) o cuásar (quasi star).
Acrónimos que no son tales
Concluyamos con dos palabras que parecen ser un acrónimo pero, en realidad, no lo son. La primera es SOS —puedes darle todas las vueltas que quieras pero, en realidad, no es la abreviatura de ninguna definición. Simplemente se han inventado dicha denominación porque ¡es muy fácil de transmitirla en alfabeto Morse!
Finalmente, seguramente habrás oído que los balnearios, spas, se llaman así por su origen latino: Salus per aquam (en español: salud gracias al agua). Te debemos desvelar que se trata de una leyenda urbana: probablemente, el nombre derive de la pequeña ciudad belga de Spa, famosa, ya en el siglo XV, por sus manantiales saludables.
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